5.1.1.Unidad I. Elementos para analizar Áreas Culturales y nucleares. Mesoamérica.

Se denominan áreas culturales las regiones habitadas por pueblos que comparten varios elementos en común, ya sea por su ausencia o presencia en los sistemas culturales. Ello no quiere decir que todos los pueblos agrupados en una misma área cultural conformen una unidad étnica: en muchos casos, ni siquiera comparte el mismo idioma. Lo anterior no obsta para que no pueda existir algún tipo de interacción entre ellos, sea por virtud de sus relaciones políticas, comerciales o de simple contigüidad geográfica. El término área en su sentido estricto, es un concepto espacial (sitio, localidad, región, área, súper área ). Las áreas se establecieron a partir de la dispersión de rasgos o elementos culturales se refiere entonces a un territorio dentro del cual se encuentran un conjunto de elementos culturales, cuya recurrencia establece un patrón que define el área.

Cuando interviene la dimensión temporal, histórica, se denomina área de co – tradición, indica la unidad total de la historia cultural de un área geográfica, en la cual los componentes han estado interrelacionados en tiempos definidos. Lo que se busca es entender el modo en que un instrumento dado se inserta en un contexto económico y social.  Desde esta perspectiva se busca identificar grandes o pequeños territorios en donde se dan  condiciones de articulación social y económica diferentes.

En esencia, el concepto de área está referido a la solución dialéctica  generada entre los pueblos y su medio ambiente. Como efecto de estos procesos adaptativos se han logrado constituir procesos de síntesis histórica (esto se da con la variable tiempo), que le han dado identidad a esas áreas, transformándose en lo que conocemos como áreas culturales.

Las áreas culturales arqueológicas son instrumentos convenientes para la presentación de interrelaciones culturales a través de períodos considerables de tiempo.

En América, nuestras culturas aborígenes se desarrollaron en dregiones, geográficamente separadas, pero ambientalmente semejantes:  Mesoamérica, Intermedia y Andina.

Áreas Nucleares, son las que han pasado por todas las etapas de desarrollo, desde las predadoras con caza, pesca y recolección, pasando por los inicios de la agricultura hasta llegar al urbanismo, desde un nivel de bandas hasta organizaciones socio-políticas complejas como son los reinos, estados, confederaciones e imperios. Son áreas que han alcanzado los más altos niveles de desarrollo en el orden político, económico y social. En ellas se produjo el desarrollo cultural mesoamericano con las grandes culturas Náhualtl y Mayense; La intermedia y la Andina.  Estas siguieron un desarrollo autónomo de las antiguas culturas europeas.

Mesoamérica

Mesoamérica no fue un área constituida homogéneamente. Todo lo contrario, estaba conformada por cientos de pueblos con cultura y costumbres radicalmente distintas. Desde el surgimiento de los olmecas hasta el siglo XVI, varias ciudades alcanzaron su apogeo y llegaron a dominar a otras.

Uno de los pocos aspectos comunes de las civilizaciones prehispánicas fue su cosmovisión y la teocracia. A pesar de ello, cada pueblo interpretaba a su manera los símbolos y la religión que profesaban. Jamás en su historia los mesoamericanos estuvieron unificados bajo un mismo idioma o creencia.

Otro factor importantísimo para definir la variedad cultural mesoamericana fue la enorme diversidad de entornos geográficos en el territorio y el comercio intercultural. Los pueblos que radicaban en zonas altas producían herramientas y cerámica artesanal; los de zonas cálidas cultivaban maíz y algodón; los de la selva, cacao y plumas preciosas; y, finalmente, los de los pueblos costeros, comerciaban con productos marinos.

Mesoamérica se caracteriza por ser el área geográfica más importante y con grandes contrastes culturales. El área intermedia no alcanzó los logros de la anterior.

Las tierras mesoamericanas se localizan entre los 10 y 22 grados latitud norte. Se  trata de una combinación compleja de varios sistemas ecológicos, fragmentada en nichos ecológicos muyreducidos y diversos.

El ordenamiento estadial propuesto por Willey y Phillips para periodizar la evolución del área mesoamericana es el siguiente:

Lítico: estadio de adaptación de sociedades inmigrantes a las condiciones climáticas y fisiográficas de los períodos Glacial tardío y post glacial inicial en nuestros territorios.

Arcaico:  culturas migratorias cazadoras y recolectoras que continúan viviendo cuando las condiciones ambientales mejoran.

Formativo: Presencia de la agricultura y otra expresión de la economía de subsistencia. Vida sedentaria en sociedades de cierta complejidad social y estabilidad mínima.

Clásico: apogeo de la civilización agrícola  unido al urbanismo, realización de una arquitectura superlativa y monumental con especialización del trabajo productivo.

Postclásico: Incremento de la vida urbana, creciente secularismo y militarismo.

Existen en la población rural grupos que poseen características comunes que permiten individualizarlos como grupos de campesinos marginados. Ellos deben enfrentarse con limitaciones para lograr un mejoramiento en su productividad e ingresos, hacen un uso intensivo de la mano de obra familiar, tienen escasa superficie de tierra para explotar y acceso casi nulo a los servicios de extensión y a los insumos, mercados y servicios.

En general, los campesinos marginados se ven obligados a buscar empleo y fuentes de recursos en otras partes, ya sea en forma independiente o como asalariados al no resultarles suficientes los ingresos que obtienen de sus actividades agrícolas. La mayor parte del trabajo realizado fuera de la finca es asumido por las mujeres.

Muchos campesinos marginados realizan actividades artesanales, y comerciales e industriales en pequeña escala, por ejemplo, transformación de productos agropecuarios y forestales, venta de alimentos en la calle, etc.

Se distinguen dos grandes categorías de campesinos marginados:

a) pequeños agricultores (minifundistas o trabajadores por cuenta propia), que pueden ser propietarios, arrendatarios, aparceros, poseedores de tierras en zonas fronterizas, ocupantes sin titulo y asignatarios de predios familiares en procesos de reforma agraria;

b) campesinos sin tierra y trabajadores (jornaleros) agropecuarios y forestales, cuyos ingresos proceden del trabajo temporal siendo, en la mayor parte de los casos, trabajadores migrantes con condiciones laborales muy bajas

Dentro de estas categorías, aunque especialmente en la segunda de ellas, se encuentran las mujeres y los jóvenes rurales, que con los indígenas ocupan los niveles más altos de pobreza. Gran parte de minifundistas son también jornaleros en las estaciones agrícolas con bajo nivel de trabajo.

En Guatemala, por ejemplo, las unidades agrícolas menores de 1,4 Ha sólo generan el 24% del ingreso familiar y en Honduras las explotaciones menores de 7 Hs. generan el 73% de los ingresos familiares.

Los campesinos, en general, se encuentran agrupados en organizaciones de base, que revisten diversas formas. Entre ellas:

a) juntas comunales, comités pro desarrollo, clubes de madres, asociaciones de mujeres y jóvenes, grupos «ad hoc» constituidos para resolver determinados problemas, etc.;

b) asociaciones intercomunales y provinciales de campesinos o ligas campesinas de hombres y mujeres, que en representación de los intereses de los campesinos luchan por el acceso a la tierra, al crédito y a otros servicios;

c) asociaciones de campesinos de carácter sindical o sindicatos de trabajadores rurales a niveles local o comunal, provincial, nacional o internacional formando federaciones y confederaciones, e impartiendo servicios amplios a sus miembros (capacitación, asistencia legal y servicios especiales para las mujeres, en algunos casos).

d) cooperativas, en su mayor parte surgidas de los procesos de reforma agraria y constituidas por minifundistas.

Desde el punto de vista de sus integrantes, pueden distinguirse:

a) asociaciones de indígenas: constituidas por grupos tribales u organizaciones de naturaleza ancestral, basadas en la organización familiar y comunitaria, practicando en general una agricultura de subsistencia, con dificultades de acceso a los medios de producción y a los servicios sociales, de crédito y de extensión;

b) asociaciones de mujeres: muy restringidas a causa del contexto socio-político y cultural y de ciertas disposiciones que regulan las cooperativas o asociaciones y sindicatos que excluyen a las mujeres de los procesos colectivos de toma de decisiones;

c) asociaciones de jóvenes: no obstante el apoyo y promoción por parte de los servicios de extensión, de las ONG, y en general de las organizaciones de prestación de servicios, este tipo de asociaciones son aún débiles debido en gran parte a las estructuras tradicionales de autoridad.

América Latina necesita resolver la herencia colonial en materias de delimitación limítrofe. Sin la resolución efectiva de los temas de delimitación no será factible producir un cambio central en las relaciones de colaboración en las Américas. Las percepciones de amenazas de los Estados latinoamericanos tienen un fuerte componente en los temas soberano territoriales. Las situaciones de conflicto, en este ámbito, se perciben como Asuma cero. La falta de claridad sobre las fronteras nacionales produce inestabilidades que, aunque estén latentes, pueden escalar rápidamente. El peligro del uso de la fuerza siempre está presente en las situaciones vinculadas a la soberanía territorial. El incremento de la tensión se vincula de manera directa a la amenaza o al uso de los recursos de poder militar. Toda tensión en esta área posee además un carácter simbólico que afecta a lo más sensible del ser y el honor nacional. No existe otra área en la cual una crisis pueda afectar de manera global al conjunto del sistema político y al ámbito subregional en el cual se encuentra. El enfrentamiento en el Alto Cénepa de diciembre de 1995 y enero de 1996, así lo evidencia. Refuerzan esta perspectiva las denuncias de incidentes recurrentes. Adicionalmente, en el último período se han incrementado las adquisiciones de armas o la intención de hacerlo.

Las zonas de frontera pueden servir para integrar a los Estados nacionales, incrementar la cooperación y el entendimiento o pueden transformarse en barreras que dificulten todo tipo de relación. Más aún, pueden erigirse en una situación que transfiera tensión al conjunto de los vínculos e incluso desborde el ámbito de los Estados nacionales involucrados. Nuevamente, el caso de Ecuador-Perú es citable, pues involucró en la búsqueda de alternativas a Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile; es decir, los países de mayor tamaño y desarrollo relativo del hemisferio. El diálogo/negociación, que ambos países realizan en Brasilia, aparentemente no ha logrado alcanzar acuerdos efectivos. Estas conversaciones en todo caso han posibilitado generar un espacio para el diálogo bilateral en medidas de confianza mutua y alcanzar acuerdos que eviten choques como consecuencia de la realización de ejercicios militares paralelos por ambas naciones. El diálogo en estas materias ha evitado incidentes por error.

La tensión fronteriza como producto de problemas limítrofes o como resultado de la carencia de un control nacional efectivo del territorio nacional, continúa siendo el elemento primordial en las situaciones de tensión en los vínculos interestatales. El asesinato de dos soldados venezolanos, en el Río Arauca, frontera entre Colombia y Venezuela, por parte de la guerrilla colombiana, el 2 de abril de 1997; así como el incidente previo, también en el Departamento de Arauca, en el cual soldados venezolanos mataron a un niño colombiano y otras cuatro personas resultaron heridas, ocurrido el 6 de febrero de 1997, tensionó y enrareció las relaciones entre ambos países. El gobierno venezolano ha señalado que aplica la Alegítima defensa@. Los presidentes Caldera y Samper han debido efectuar una Cumbre bilateral extraordinaria destinada a reducir la tensión generada por los ataques de la guerrilla colombiana en Venezuela, e impulsar una mayor confianza interestatal en la frontera.

La tala indiscriminada de bosques en la frontera y la indefinición de la situación jurídica de los propietarios de terrenos de la zona que se encontraba en disputa entre Honduras y El Salvador, produjo dificultades entre ambos países, que fue reconocida por las más altas autoridades civiles y militares (24 de febrero de 1997). Incluso el Presidente Armando Calderón Sol reconoció la existencia de Aun ambiente de tensión@ en la zona de Nahuaterique. La Octava Reunión Bilateral de la Comisión de Seguimiento, efectuada en el mes de octubre de 1997 no logró avances sustantivos. El problema se arrastra por más de cinco años desde que la Corte Internacional de Justicia de la Haya emitiera el fallo.

La frontera entre Guatemala y Belice continúa siendo un área sin delimitación. El gobierno guatemalteco ha declarado y denunciado que se producen invasiones desde Belice. El Canciller señala que A el problema es la falta de frontera.

Estos dos ejemplos muestran la volatilidad que pueden tener y alcanzar las situaciones referidas a ámbitos fronterizos no delimitados o en los cuales se cuestiona la soberanía nacional. La amenaza del uso de la fuerza está siempre presente. Más aún, los incidentes muestran el uso efectivo de la fuerza, lo cual puede transformarse en un elemento que gatille una situación de crisis mayor. En la mayoría de los casos las lecturas históricas incentivan la rivalidad. Estos no son hechos fortuitos o excepcionales. Las fronteras aparecen como un lugar Apeligroso@ y con un alto impacto en las relaciones bilaterales y con efectos regionales. Si miramos la situación hemisférica, encontramos que se producen antagonismos, tiranteses o conflictos vinculados al eje territorial soberano en una decena de puntos del hemisferio.

América Latina: Litigios y situaciones vinculadas en el ámbito soberano territorial

Estados involucrados Tipo de conflicto
México – Guatemala Chiapas: efectos del desborde del conflicto del Estado de Chiapas en México. Las características y homogeneidad de la población con la guatemalteca, pueden transformarse en una situación de riesgo interestatal.
Guatemala – Belice Ausencia de reconocimiento guatemalteco de la delimitación fronteriza. Reivindicación territorial por parte de Guatemala. Amplias zonas fronterizas no delimitadas.
Honduras – El Salvador Frontera resuelta y aceptada por las autoridades políticas sobre la base del fallo de la Corte Interamericana de Justicia.Situaciones no resueltas sobre propiedad de la tierra. Tensiones por explotación de recursos. Tensiones por presión migratoria.
Nicaragua – Colombia Reivindicación territorial nicaragüense sobre las islas San Andrés y Providencia.
Colombia – Venezuela Ausencia de limitación marítima en el Golfo de Venezuela. Conflicto en áreas fronterizas por acción de la guerrilla colombiana.
Venezuela – Guyana Reivindicación venezolana sobre provincia de Esequibo.
Bolivia – Chile Reivindicación boliviana sobre su enclaustramiento y necesidad de salida al Pacífico.
Argentina – Gran Bretaña Disputas por las islas Malvinas, Georgias y Sandwich Sur.
Chile – Perú Perfeccionamiento del cumplimiento de las materias pendientes del Tratado de 1929.
Chile – Argentina Pendiente de ratificación en ambos Congresos último punto de diferendo fronterizo por delimitación: Campo de Hielo Sur/Hielos Patagónicos.
Ecuador – Perú Ausencia de delimitación en 78 kilómetros de la frontera en la zona de la Cordillera del Cóndor.
Estados Unidos – Cuba La situación de Guantánamo y su contrato de arrendamiento.
Estados Unidos – Panamá El cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter y el fin de la zona del Canal.
Antártida Las reivindicaciones territoriales en este continente han sido congeladas.

Los métodos tradicionales de solución de diferencias no han sido capaces de establecer una solución permanente y duradera a estas tensiones que se arrastran desde el siglo XIX. De no mediar una acción decisiva, se trasladarán al siglo XXI. Ello condicionará oportunidades de desarrollo, limitará la cooperación y generará inercias en relación al gasto militar.

Superar la herencia colonial, requiere de una clara voluntad política de los actores que deciden en los sistemas políticos nacionales. El establecimiento de políticas de Estado es esencial en este campo, sólo ellas logran reflejar la voluntad nacional de manera permanente. Adicionalmente, es necesario construir y perfeccionar distintos instrumentos para alcanzar acuerdos, los que finalmente se expresarán en acuerdos de tipo jurídico vinculante.

Los Estados latinoamericanos han desarrollado una significativa cantidad de documentos jurídicos tendientes a resolver las diferencias de manera pacífica. Sin embargo, muchos de ellos no han sido ratificados posteriormente o incluso no son usados en la práctica bilateral. Más aún, en algunos casos se ha desconocido de manera flagrante los acuerdos libremente suscritos. En este marco, y en especial a partir del éxito de la diplomacia informal, se han buscado soluciones que se inicien por una práctica extrajudicial. El éxito, sin embargo, deberá transformarse necesariamente en instrumentos jurídicos de carácter vinculante; sobre los cuales deberán establecerse garantías efectivas de cumplimiento. Sin voluntad explícita y sin una práctica sostenida de respeto a los acuerdos suscritos y al derecho internacional, la tirantez y el antagonismo, estarán presentes como antesala de situaciones de crisis mayores.

Si bien las situaciones descritas poseen larga data y se podría argumentar que se han mantenido sin variaciones significativas en muchas décadas, existe un costo de no resolución del conflicto. El costo de no resolución se expresa en dificultades a los procesos de integración y se expresa en la imagen de estabilidad de carácter subregional. A su vez, deja ancladas las políticas nacionales en una política de fronteras que dificulta el avanzar hacia una política de complementación fronteriza, y de desarrollo de oportunidades vecinales más amplias.

 

 

CARACTERIZACIONES DE LAS REGIONES Y SUBREGIONES CULTURALES DE MESOAMERICA Y AREA INTERMEDIA

Se denomina áreas culturales a las regiones y sub regiones habitadas por los pueblos que comparten varios elementos en común, ya sea por ausencia o por presencia en los sistemas culturales. Ello no quiere decir que todos los pueblos agrupados en una misma área cultural conformen una unidad étnica.
Mesoamérica (Mejor conocida como Centro América) es una de las dos zonas de América (la otra es la parte central de los Andes) que tenía civilizaciones urbanas, o “culturas superiores” en la época de la conquista española, en 1519. Esto lo demuestra el hecho de que los Mesoamericanos construyeran pirámides y templos espectaculares, tuvieran grandes mercados, un calendario sagrado, una escritura jeroglífica, un conjunto de dioses, practicaran el juego de pelota y realizaran sacrificios humanos.
Mesoamérica es, a un tiempo, una región geográfica y cultural. En la época de la conquista española comprendió lo que es ahora el centro y el sur de México y la península de Yucatán, Guatemala, Belice, la parte más occidental de Honduras, una pequeña parte de Nicaragua y el Norte de Costa Rica.
Áreas culturales
Centro de México
Conocido como “altiplano central”. Recibió influencia olmeca durante el primer milenio AC, y poco tiempo después florecieron culturas endógenas. La ciudad de Teotihuacan, llamada por los mexicas “ciudad de los dioses”, fue quizás la cultura más importante de las que radicaron en Mesoamérica, pues su influencia incluso llegó a Aridoamérica y Oasisamérica. Tras la caída teotihuacana se asentaron en sus proximidades las culturas de Xochicalco, cercana al actual estado de Morelos, Cacaxtla y Cholula, en Tlaxcala. En el segundo milenio comenzaron las invasiones toltecas y en 1325 se fundó Tenochtitlan.
Una de las áreas más importantes durante la historia prehispánica de México fue la que se conoce como Centro de México. Está conformada por los valles de tierra templada a fría situados en la parte meridional de la Altiplanicie Mexicana y en el norte de la cuenca del río Balsas. Es un nicho ecológico caracterizado por su clima templado y la ausencia de corrientes importantes de agua. Las lluvias, por otro lado, se presentan entre los meses de abril a septiembre, y no son demasiado abundantes. Este hecho fue el que motivó el desarrollo temprano de obras hidráulicas, entre las que se cuentan la canalización de los ríos y los sistemas de acequias en las laderas de los cerros para almacenar el agua.
El valle de Tehuacán, localizado al sureste de esta región es importante porque de él proceden los restos al parecer más antiguos de cultivo del maíz y algunas de las muestras de la cerámica más antigua de Mesoamérica. El Centro de México incluye además, la cuenca lacustre del valle de México, compuesta por varios lagos y lagunas. En torno al lago de Texcoco crecieron poblaciones tan importantes como Cuicuilco, en el período Preclásico; Teotihuacan en el Clásico y Tula y Tenochtitlan en el período Posclásico.
Las últimas culturas del altiplano fueron las de la Triple Alianza: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan. Con un inicio difícil, los mexicas se asentaron en el valle de México en 1325 y un siglo después comenzó su hegemonía al liberar Izcóatl a su pueblo de manos de los señores de Azcapotzalco. En 1430 la Triple Alianza quedó formalmente constituida. Izcoátl, por consejo de Tlacalael, mandó quemar los códices de la historia azteca y reescribió totalmente la historia de su pueblo.
En menos de cien años la Triple Alianza conquistó gran parte de Mesoamérica, con la característica de que permitían a los pueblos sometidos conservar su cultura y religión.
Área Maya
El área Maya es una de las más amplias de Mesoamérica. Algunos autores la dividen en dos sectores: la península de Yucatán, en el norte, y las Tierras Altas, en el sur. La primera comprende, además de la Península de Yucatán, el Petén y Belice. Se trata de una zona de tierras bajas y clima caliente, azotada por los huracanes y las tormentas tropicales del mar Caribe. Es una plataforma calcárea, apenas elevada hacia el sur, en donde la denominada Sierrita rompe la llanura del paisaje. Carece de corrientes de agua superficiales, pues el suelo es demasiado permeable; en cambio, son abundantes las corrientes subterráneas y los cenotes. Por otra parte, las Tierras Altas comprenden los Altiplanos de Guatemala, Chiapas, el occidente de Honduras y el occidente y centro de El Salvador, (la zona central de El Salvador tuvo contacto comercial con Centroamérica, pero fue más grandemente influido por el área maya, muestra de eso son los sitios famosos de San Andrés, Joya de Cerén y Cihuatán). Es una región de clima templado-frío, y con lluvias abundantes. Las laderas de las montañas están cubiertas de una espesa vegetación que amenaza el desarrollo de la agricultura. Las Tierras Altas mayas no están menos expuestas a la influencia de los ciclones caribeños que con frecuencia ocasionan destrozos en la zona.
Los primeros desarrollos culturales importantes del área maya ocurrieron en la zona sur. La primera cerámica, producida en la localidad beliceña de Cuello parece indicar que el desarrollo de la alfarería en el Área Maya fue derivado de las tradiciones sudamericanas. La Primera Ciudad con arquitectura Monumental fue Nakbé (ca 1000 AC), seguida por El Mirador, (ca 600 AC) la ciudad más grande de todas y la mayor de la América Precolombina, localizadas en la Cuenca del Mirador, en Petén, Guatemala, en donde se inició la cultura del Preclásico con todos los atributos del Clásico, En las tierras bajas del Pacífico de Guatemala se desarrolla Takalik Abaj la única ciudad de Mesoamérica con ocupación Olmeca y luego Maya.
Siglos más tarde, se desarrollaron los primeros centros de población que habrían de convertirse en ciudades en el período Clásico. Entre ellos hay que contar a Kaminaljuyú en las tierras altas de Guatemala, Quiriguá, Uaxactún y Tikal, esta última habría de ser la más grande de las ciudades mayas entre los siglos III y VIII d. C. La caída y abandono de las grandes ciudades mayas se debió a una combinación de factores: guerras internas, desastre ecológico, cambio climático, migraciones provenientes del Norte de Mesoamérica. De esta manera, el corazón de la cultura maya se trasladó a las tierras de la actualmente denominada Península de Yucatán. En esta región habrían de florecer las ciudades de Chichén Itzá, Uxmal y Tulum, Mayapán, Cobá, Izamal entre muchas otras, a partir de la migración maya hacia la Península de Yucatán ocurrida desde las Tierras Altas de Guatemala a partir del siglo III DC y después, dentro de la propia Península, predominantemente de oriente a poniente, a partír del siglo V DC. En la actualidad perviven 27 grupos mayas, 21 de los cuales en Guatemala.
Oaxaca
Sin duda alguna se trata de una de las más importantes zonas mesoamericanas. En los valles centrales de Oaxaca se originó la civilización zapoteca, quienes establecieron el calendario de 260 días, usado posteriormente por la mayoría de los pueblos mesoamericanos, y un sistema de escritura propio y diferente al olmeca y al maya. Monte Albán se convirtió en el paradigma de esta civilización, y a su caída la región fue ocupada por los mixtecos.
La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y el escudo o nudo. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas, caracterizada por su sequedad y compleja topografía. Sus cauces de agua son cortos y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del Centro de México.
Dos fueron los escenarios principales de la historia cultural de los pueblos oaxaqueños. Por un lado, los valles Centrales de Oaxaca vieron el desarrollo de la cultura zapoteca, una de las más antiguas y conocidas del ámbito mesoamericano. Esta cultura se desarrolló a partir de los cacicazgos regionales que controlaban la tierra de cultivo (muy fértil, aunque demasiado seca) de los pequeños valles de Etla, Tlacolula y Miahuatlán. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura en Mesoamérica pertenecen a esta región, como el centro ceremonial de San José Mogote. La hegemonía de este centro ceremonial en la región del Valle, pasó a manos de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos. La caída de Teotihuacan en el siglo VIII d. C. permitió el mayor apogeo de la cultura zapoteca. Sin embargo, la ciudad de Monte Albán fue abandonada en el siglo X d. C., y dio lugar a una serie de centros regionales que se disputaban la hegemonía política.
Al poniente de los valles Centrales, se localiza la región Mixteca. Se trata de un terreno sumamente montañoso de altitudes muy variables, que llegan a más de 3000 msnm. Los climas varían del templado de montaña al trópico seco, y en general la lluvia es escasa. Existen pocas corrientes superficiales de agua, y en la actualidad, buena parte de la zona presenta un grado de deforestación alarmante. La Mixteca es también una zona ocupada desde tiempos inmemoriales. Ya desde el período Preclásico se habían formado en la región algunos núcleos de población importantes, como Yucuita y Cerro de las Minas. Sin embargo, las capitales mixtecas no alcanzaron nunca la magnitud de sus vecinas zapotecas. El mayor apogeo de la cultura mixteca fue alcanzado en el período Posclásico, cuando el señor Ocho Venado de Tututepec y Tilantongo emprendió una campaña de unificación política de las ciudades-estado mixtecas y llegó a ocupar los Valles Centrales de Oaxaca
Guerrero
Tradicionalmente se considera a Guerrero como una región perteneciente al área Occidental. Sin embargo, los descubrimientos más recientes, han reorientado la división de las áreas culturales mesoamericanas, y en los trabajos de reciente autoría, Guerrero aparece como un área cultural independiente. El Guerrero mesoamericano ocupa aproximadamente la superficie del estado del mismo nombre, localizado en el sur de México.
Se puede dividir en tres regiones con características diferentes: al norte, la depresión del río Balsas, donde esta corriente de agua juega el papel más importante en la configuración de la geografía regional. La depresión del Balsas es una región baja, de clima cálido y escasas lluvias, cuya sequedad es aminorada por la presencia del cauce y sus numerosos afluentes. La parte central corresponde a la Sierra Madre del Sur, región rica en yacimientos minerales y con escasas cualidades agrícolas. La parte sur del área guerrerense es constituida por la costa del océano Pacífico, una llanura costera muy angosta, llena de manglares y palmeras, azotada por los huracanes provenientes del Pacífico.
Guerrero fue el escenario de las primeras tradiciones alfareras de Mesoamérica. Los restos más antiguos de ella han sido encontrados en Puerto Marqués, cerca de Acapulco, y tienen una edad aproximada de 3500 años, anteriores inclusive a los vestigios correspondientes a los Olmecas en la opuesta costa del Golfo de México. Durante el preclásico, la cuenca del Balsas se convirtió en una zona de vital importancia para el desarrollo de la cultura Olmeca, que dejó huellas de su presencia en sitios como Teopantecuanitlán y las grutas de Juxtlahuaca. Más tardío fue el desarrollo de una tradición escultórica conocida como Mezcala, caracterizada por su tendencia a la geometrización del cuerpo humano. Durante el período Posclásico, la mayor parte de Guerrero quedó bajo dominio de los mexicas, e independiente al señorío tlapaneco de Yopitzinco
Occidente
La zona de la que aquí se habla servía de “puente” entre Mesoamérica y Oasisamérica. Las culturas de esta zona, como los tarascos y caxcanes, desarrollaron formas de vida distintas a otros lugares de Mesoamérica. Un ejemplo de esto son las hermosas pirámides de Guachimontones, en Teuchitlán Jalisco.
El denominado Occidente es una de las zonas menos conocidas de Mesoamérica. Se trata, sin embargo, de una extensa región, que comprende las laderas de la Sierra Madre Occidental, una parte de la Sierra Madre del Sur y la cuenca media y baja del río Lerma. Las estribaciones de la montaña estaban cubiertas de bosques de pinos y encinos, pero la actividad silvícola ha reducido su tamaño. La tierra tiene vocación agrícola por su fertilidad y la disposición de recursos hidráulicos, especialmente en la llanura costera de Sinaloa, el Bajío y la Meseta Tarasca. Los climas varían del frío de montaña, en el oriente de Michoacán, hasta el clima tropical de las costas de Jalisco y Nayarit.
La región fue el hábitat de pueblos de habla uto-azteca, como los coras, huicholes y tepehuanos. La incorporación de estos pueblos a la esfera de la civilización mesoamericana fue muy gradual, y se presume que los primeros desarrollos cerámicos de la región estuvieron vinculados con las tradiciones de los pueblos andinos de Ecuador y Perú. Los cambios que afectaron al resto de las regiones de manera clara son menos observables en Occidente, por ello, las tradiciones culturales del preclásico, como la de Colima, Jalisco y Nayarit o la de Tumbas de Tiro sobrevivieron hasta bien entrado el período Clásico (150-750/900 d. C.). La más conocida de las sociedades de Occidente es la purépecha o tarasca, que rivalizó en el siglo XV d. C. con el poderío de los mexicas.
Norte
La zona Norte de Mesoamérica formó parte de esta gran área cultural sólo durante el período clásico (150-750 d. C.), en que el apogeo de Teotihuacan y el crecimiento de la población favorecieron las migraciones hacia el norte y el comercio con las lejanas tierras oasisamericanas. Se trata de un territorio llano, comprendido entre las sierras Madre Oriental y Occidental. El clima es seco, casi desértico, y la vegetación es escasa, por lo que la agricultura en el Norte sólo fue posible mediante la canalización de las corrientes de agua superficial (entre las que destacan el río Pánuco y los afluentes del Lerma) y el almacenamiento del agua de lluvia. La excesiva dependencia del buen clima llevó a los pueblos del Norte de Mesoamérica a abandonar la región a mediados del siglo VIII d. C., en que enfrentaron una prolongada sequía y las invasiones de pueblos aridoamericanos.
Los centros de población en el Norte eran dependientes de la red de comercio que se estableció entre Teotihuacan y las sociedades de Oasisamérica. Sitios como La Quemada en Zacatecas, o La Ferrería en Durango, sirvieron como fuertes para vigilar las rutas comerciales. Cuando la agricultura y el sistema social sufrieron un colapso en el Norte, los ocupantes de la región migraron hacia Occidente, el Golfo y el Centro de México.
Centroamérica
El área mesoamericana conocida como Centroamérica ocupa la zona occidental de Honduras y Nicaragua y las áreas circundantes del golfo de Nicoya en Costa Rica, donde existieron los reinos de Nicoya y Chorotega. Se trata de una región de clima tropical, con actividad telúrica importante, que incluye además los dos grandes lagos mediterráneos de América Central: el Nicaragua y el Managua.
Como en el caso de la región Norte, Centroamérica formó parte del mundo mesoamericano sólo temporalmente. Se suele considerar que los pueblos centroamericanos forman parte de la llamada zona de transición entre el Área Intermedia, el mundo andino y Mesoamérica.
Los primeros contactos entre el área nuclear mesoamericana ocurrieron en el preclásico, como indica la influencia olmeca en el área. Sin embargo, en el período Clásico las relaciones se interrumpieron y Centroamérica recibió un mayor influjo de las culturas del altiplano colombiano. Ejemplo de ello es el desarrollo temprano de la metalurgia en Centroamérica con respecto al resto de los pueblos mesoamericanos, sin embargo en el sitio famoso de Quelepa en la zona oriental de El Salvador se ve el comercio y gran influencia de Teotihuacan y Copán primeramente y luego con los sitios de Veracruz.
Para el período Posclásico, toda el área quedó incluida más el occidente en la esfera mesoamericana, esta vez ampliada hasta el departamento de Escuintla en Guatemala, y fue invadida por pueblos nahuas como los pipiles y nicaraos, hablantes de náhuat, un dialecto del idioma de los mexicas y se percibe en la cultura y arquitectura la influencia de los Toltecas y Aztecas. También pueblos otomangues como los mangues (circa s. VII d. C.) y los subtiaba (c. s. XIII d. C.) migraron desde Chiapas a Nicaragua y Honduras, respectivamente.
Características de la civilización mesoamericana

Paul Kirchoff, al mismo tiempo que delimitó el área mesoamericana en términos geográficos, propuso una serie de características que definían a las culturas de la región y que eran comunes a todas ellas. Entre esos rasgos culturales, notó el uso de dos calendarios, uno ritual de 260 días, y otro de 365 días. La numeración con base veinte y la escritura pictográfica-jeroglífica, el sacrificio humano, el culto a ciertas divinidades (entre las que sobresalen los cultos a las divinidades del agua, el fuego y la Serpiente Emplumada), y varios elementos más. Los anteriores son rasgos culturales más o menos compartidos por todos los pueblos de la Mesoamérica precolombina.
Si bien Paul Kirchhoff dio una definición general de Mesoamérica, actualmente la noción va más allá de simplemente criterios materiales (cultivo de maíz, empleo de algodón, politeísmo, etc.), e incluye aspectos culturales que se originaron a partir de las primeras sociedades sedentarias. Christian Duverger argumenta que la máxima expresión de la civilización mesoamericana fue la cultura mexica. Sin embargo, esta perspectiva ha sido combatida por otros autores (como López Austin, López Luján y Florescano), quienes sostienen que la civilización mesoamericana es el resultado de la participación de múltiples pueblos con diferentes creencias. A pesar de la diversidad étnica, Mesoamérica alcanzó un grado de relativa homogeneidad gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones por virtud de los intercambios comerciales o las campañas militares.

Calendario de 260 días
El calendario de 260 días el cual era llamado Xihuitl o civil, agrupado en 13 meses de 20 días, al cual se le daba el nombre de Tonalpohualli entre los pueblos centrales, Tzolkin entre los mayas y Pije entre los zapotecas., cuyo inicio fue a partir del 1200 a. C., refleja la evolución del uso de la medición del tiempo, no sólo para saber qué días hay que cultivar, qué celebraciones religiosas se debían de realizar, cuál era el movimiento de los astros; sino que también era usado con fines adivinatorios y de establecimiento de los diversos destinos de los hombres.
Los nombres usados para identificar tanto los días como los meses y los años en el mundo mesoamericano proviene en gran parte de la visión mágico–religiosa que tuvieron los habitantes de Mesoamérica del medio natural con el cual convivían a principios del período Preclásico Temprano: animales, flores, los astros y la muerte. La presencia de este calendario está en todas las zonas culturales mesoamericanas: desde los olmecas, la región de Oaxaca, la zona Maya y el Altiplano Central.
Códice Nuttal. Todos los pueblos de la antigua Mesoamérica desarrollaron sistemas de escritura. Sin embargo, dado que su naturaleza es completamente diferente de la escritura fonética occidental, muchos lingüistas no la consideran como una verdadera escritura.
Escritura glífica

La escritura glífica y su estudio han pasado por diversas etapas. Desde un principio se discutió si el sistema glífico mesoamericano (excluyendo el sistema maya) era una muestra de un sistema de signos que expresaban ideas, principalmente religiosas. Un sistema que no utiliza la fonética. En relación con el uso de elementos pictográficos y su relación con los iconos, la escritura mesoamericana siempre manejó una gran variedad de significados, no sólo una visión artística, sino también religiosa y cultural. Los glifos comprenden personajes, animales, elementos calendáricos, topónimos de lugares, entre otros, que están presentes en todas las culturas mesoamericanas, incluso en Teotihuacan, donde las imágenes son bellas y elaboradas artísticamente. Los glifos que predominan son los pictográficos e ideográficos.
La utilidad de la escritura entre los mesoamericanos fue variada: sirvió para permitir la interpretación de las señales enviadas por los astros en relación con el nombre y destino de las personas. Otro uso fue para la explicación tanto de los mitos e historias de los pueblos, que eran plasmados en los glifos, tanto en piedras o en papel. Este trabajo era realizado por los sacerdotes, quienes eran los únicos que podían comprender las imágenes.
Pero un aspecto muy importante de la escritura fue que era usada por los gobernantes para legitimar su poder. La mesoamericana fue una escritura plasmada en monumentos públicos, pinturas murales, estelas y estructuras piramidales, que dan a toda persona común una simple explicación del poder de sus señores, una especie de propaganda.

Ofrendas a la tierra

El enterrar ricas ofrendas en los centros ceremoniales, proviene desde los tiempos del inicio del sedentarismo de los grupos otrora nómadas. Delimitar el espacio ceremonial y territorial para establecer un orden cósmico en la tierra, para justificar el dominio de las clases gobernantes hacia el resto de la sociedad.
Una alabanza a los dioses primigenios: el viejo fuego proveniente de los volcanes, y la Madre–Tierra. Ofrendas que son demostradas a todo individuo perteneciente a una sociedad mesoamericana a través de un túmulo de tierra, que con el tiempo se transforma en las construcciones monumentales de tipo piramidal.
Las ofrendas son importantes para el centro ceremonial: dan el poder ideológico y religioso. De ahí que los saqueos de ofrendas, signifique algo más que la búsqueda de riquezas: el debilitar y erradicar ese poderío religioso y político al centro ceremonial.

Tzompantli o Muro de calaveras. Estos monumentos rememoran a las personas que fueron sacrificadas para mantener el movimiento (y la vida) de las dos fuerzas cósmicas principales: la luz y la oscuridad.

Sacrificios humanos

El acto del sacrificar tiene un gran significado religioso–político. El sacrificio significa la renovación de la energía cósmica divina. Los dioses dieron la vida al hombre, sacrificando la suya propia. El hombre deberá de entregar su vida para mantener el orden divino establecido.
La sangre significa la vida en la creencia mesoamericana: la sangre humana es el líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el dios Sol), la sangre tiene parte de la sangre de los dioses. Con la sangre se revitaliza no sólo a las divinidades, sino también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al águila y al jaguar). La sangre es como el agua, necesaria para la vida terrenal y la vida celestial. Y esta obligación de revitalizar el orden cósmico se ve reflejada en las sociedades mesoamericanas a través de las imágenes que evocan el sacrificio: águilas y jaguares devorando corazones humanos; la presencia de círculos de jade o chalchihuites que representan corazones; imágenes que a la vez reflejan petición de lluvia y a la vez petición de sangre, con un mismo propósito: reponer la energía divina; la presencia de plantas y flores que simbolizan a la vez a la naturaleza y a la sangre brotando vida. ¿Qué importancia tiene el sacrificio en los aspectos sociales y religiosas de las culturas mesoamericanas? Primero, la presencia de la muerte convertida en dios. La muerte es la consecuencia del sacrificio del hombre, pero no es el fin: es la continuación del ciclo cósmico. La muerte genera vida, la energía divina es liberada tras la muerte y regresada a los dioses, para que éstos generen nueva vida. Segundo, justifica la guerra, ya que en esta actividad se obtienen los sacrificios más valiosos: los guerreros que poseen la energía necesaria para fortalecer a los dioses en sus constantes actividades divinas. La captura de prisioneros y la guerra se convierten a la vez en un medio de ascensión en la escala social, y se convierte en un juego divino. Tercero, justificar el control del poder real, de dos sectores de las sociedades mesoamericanas: los sacerdotes, que controlan la ideología religiosa; y los guerreros, que suministran los sacrificios a las ceremonias a través de la guerra y la conquista de territorios (con sus tributos correspondientes).

Estatua de Tláloc, divinidad mesoamericana de la lluvia. Fue encontrada en Coatlinchan, Estado de México, y llevada al Museo Nacional de Antropología de México. Cuando era transportada, por la ciudad, comenzó un aguacero de proporciones memorables.

Politeísmo

La gran extensión del panteón mesoamericano se dio gracias a la incorporación de elementos ideológicos–religiosos nuevos a la primigenia religión: Fuego–Tierra–Agua–Naturaleza. La importante incorporación de las divinidades astrales (sol, estrellas, constelaciones, Venus) y su representación en esculturas antropomorfas, zoomorfas, también antropozoomorfas y formas de objetos cotidianos.
Las cualidades de los dioses y sus atributos fueron cambiando a través del tiempo y de la influencia cultural de otros grupos mesoamericanos. Dioses que a la vez son tres entes cósmicos diferentes y a la vez son solo uno. La religión mesoamericana tiene una característica importante: la existencia del dualismo entre las divinidades. El enfrentamiento entre polos opuestos: positivo, ejemplificado con la luz, lo masculino, la fuerza, la guerra, el sol, etc.; y lo negativo, la oscuridad, lo femenino, el sedentarismo, la paz, la luna, etc.

Sistema dualista de pensamiento

Hay que entender por pensamiento dualista la capacidad que tienen los indígenas de pensar los contrarios bajo una modalidad única, y el espíritu mesoamericano está marcado por éste, tanto en la religión y la política como en las creencias populares y los comportamientos cotidianos. Este pensamiento nace de la superposición de los nahuas y los autóctonos, es decir, de una fusión cultural entre ambos; existen un sinnúmero de manifestaciones en torno a este tipo de pensamiento, pero solamente se tomarán los ejemplos más representativos: el nagualismo y el juego de pelota.
El xoloitzcuintle es uno de los naguales del dios Quetzalcóatl. Bajo esta forma, ayuda a los muertos a cruzar el Chicnahuapan, un río que separa el mundo de los vivos del de los muertos.

Nagualismo

Se conoce como nagualismo o nahualismo la capacidad que tiene el ser humano de recubrirse con un aspecto animal, o la práctica del Nahual. Esta palabra se le da por un lado a la encarnación animal de un hombre y por el otro al hombre que tiene el poder de encarnarse en ese animal, pero lo que hay en el fondo de esta creencia es la afirmación de que se puede ser hombre y animal a la misma vez; además, es estrictamente individual no como en el totemismo que tiene un valor colectivo. Existen nahualli muy conocidos como el jaguar y el águila; también de animales más modestos como el perro, el armadillo, el tlacuache, etc.
Dentro del arte prehispánico, el nahualismo ha recibido diversas formas de interpretación, la primera forma es poco entendible para nosotros, ya que se tiene la impresión de estar frente a un armadillo o a un jaguar, pero en realidad lo que representa es un nahualli de un dios o un soberano. La segunda forma se presenta más directa, el hombre y su doble se representan juntos como una criatura antropozoomorfa, es decir, una parte de humano ya sea la cabeza, los brazos; y una parte de animal como pueden ser patas, pico, cola, etc. El nahualismo es una idea típica de Mesoamérica por la que se designa exclusivamente a la relación hombre-animal.
Juego de pelota de Xochicalco. El juego de pelota o tlachtli era una ceremonia ritual, que dramatizaba el movimiento de los astros. Los ganadores de la contienda eran sacrificados a los dioses, para ellos era un honor.

Juego de pelota

El juego de pelota es uno de los rasgos culturales más importantes de Mesoamérica. No se trata de un deporte aunque por su nombre la mayoría de las veces es asociado a este término. Hay que entenderlo como un rito y el terreno donde se juega está siempre ubicado entre centros ceremoniales. Este juego tenía una esencia cósmica, a éste se le relacionaba con el movimiento solar y con el movimiento del universo; dicho movimiento se representaba con la ayuda de la pelota, la cual era de hule endurecido que lo sacaban de la savia de la higuera; utilizaban principalmente este material por la capacidad de rebotar.
En el juego existían muchas reglas, pero éstas cambiaban según las regiones donde se practicaba. Había uno en donde solamente se podía jugar con las manos, otro en que empleaban las caderas y los codos, o bien uno en el que se utilizaba solamente un bastón o bate. Para cada tipo existían diferentes terrenos: uno con banquetas para que la pelota rebotara a la altura de la cadera, otro con el suelo removido. En general todos los campos tenían la forma de I y en los extremos se podía encontrar cabezas de aves como en Copán o grandes anillos por los cuales tenía que pasar la pelota, como en Xochicalco. El juego de pelota concluía con un sacrificio humano, lo que no se sabe es si el sacrificado era el capitán del equipo ganador o del perdedor.

Medicina

En cuanto al saber mesoamericano, se lo puede encontrar en dos principales ejes: el espíritu mágico y el espíritu lógico, los cuales, a pesar de ser distintos, coexistían. En el ámbito de la medicina se tenían dos escuelas: una de tradición chamánica; entendiendo por chamán a un sacerdote curandero que se ocupaba de ciertas enfermedades, la más frecuente de ellas era la pérdida del alma. El chamán recurría para la recuperación de sus pacientes a los psicotrópicos (peyote, tabaco, frijoles rojos cargados de mezcalina) y a las manipulaciones mágicas (encantamientos, ofrendas).
La otra medicina consistía de un saber pragmático. En Mesoamérica había curanderos que sabían tratar las fracturas, curar y vendar heridas; e incluso se practicaban ciertas intervenciones obstétricas. Además, también curaban con plantas o bien utilizando el principio activo de la aspirina, que para este tiempo ya conocían y extraían de la corteza del sauce.
Numeración maya. Los sistemas de numeración mesoamericanos se basaban en el número veinte. Cada número de la serie tenía una connotación mágica, que tenía repercusiones en el destino de los seres humanos.

Matemáticas

Las matemáticas no eran entre los mesoamericanos simples números, sino que se les daba un valor y un contenido simbólico gracias al pensamiento dualista. El sistema matemático mesoamericano era vigesimal, es decir, constaba de una base 20 y los números se representaban por medio de puntos que valían uno y barras que le daban un valor de 5. Este tipo de representación se combinaba con una numerología simbólica: el 2 se relaciona con el origen, pues todo origen se toma como desdoblado; el 3 con el fuego doméstico; el 4 ligado a las cuatro esquinas del universo; el 5 expresando la inestabilidad; el 9 hace referencia al mundo subterráneo, y a la noche; el 13 es el número de la luz; el 20 de la plenitud y el 400 del infinito.
Una de las grandes contribuciones a las matemáticas, sobre todo de los mexicas, fue la invención del Nepohualtzitzin que es un ábaco utilizado para realizar operaciones aritméticas de manera rápida. El dispositivo, fabricado con madera, hilos y granos de maíz, también es conocido como “computadora azteca”. Los mayas fueron la primera civilización de Mesoamérica y de muchas otras regiones que tuvo el número cero como concepto matemático.

Astronomía

Por lo que respecta a la astronomía, ésta nace con la observación de los astros y de la construcción simbólica de la vida cósmica. Los mesoamericanos comprendieron que el cielo se organizaba mediante ciclos regulares originando una sucesión de estaciones y fenómenos astronómicos. Asociaban figuras como animales, plantas, con las diferentes constelaciones. Los conocimientos astronómicos se fueron acumulando a lo largo de milenios. Este proceso tiene su culminación con la invención del calendario (cuyas raíces se encuentran en el período Preclásico Medio), apoyado tanto en la observación de los astros, como en las matemáticas:
“Los mesoamericanos prefirieron construir un calendario más abstracto, basado en las correlaciones entre los distintos cómputos, de estructura más aritmética que astronómica. Por ejemplo sorprende que hayan preferido el año de 360 días 18 meses 2 días al año de 365 días de la cuenta larga maya”. (Duverger 1999: 71).

Espacio-tiempo simbólico

Estos dos términos lo asocian a los cuatro puntos cardinales, el espacio y el tiempo son ligados al calendario, asegurando así la rotación de cualidades que tiene el espacio. Es decir, en Mesoamérica, una fecha o un acontecimiento siempre estaba vinculado a una dirección del universo y el calendario expresa una topografía simbólica característica peculiar de este período. Los días estaban asociados, según su nombre, a un punto cardinal que les confería un significado mágico.
• Los signos del oriente son: cocodrilo, serpiente, agua, caña, movimiento. Al oriente se asocian la idea de fecundidad vegetal o, en otras palabras, la exuberancia tropical; también se le vincula con el mundo de los sacerdotes.
• Los signos del norte son: viento, muerte, perro, jaguar, pedernal. Este punto contrasta con el oriente porque simbólicamente es árido, frío y opresivo. Se le considera como la parte nocturna del universo, como la morada de los muertos. El perro (xoloitzcuintle) aquí tiene un significado muy singular, ya que es el que acompaña al difunto durante el viaje y le hace cruzar el río de ultratumba que lo conduce hacia la nada.
• Los signos del oeste son: casa, venado, mono, águila, lluvia. Es un rumbo asociado con el ciclo de vegetación, específicamente con el ecosistema de tierras altas templadas, con lluvia delgada y cambio de estaciones.
• Los signos del sur son: conejo, lagartija, hierba seca, zopilote, flor. Se relaciona por un lado con el Sol luminoso y caliente del medio día, por el otro con la lluvia repleta de bebida alcoholizada. El conejo, símbolo principal, está asociado con los agricultores y el pulque.
Con esto se puede decir que una característica mesoamericana es la geografía simbólica, la cual se refiere a zonas imaginarias y no a lugares en específico; si no fuera así, entonces los signos no se aplicarían a Mesoamérica en general, sino que existirían un gran número para cada zona topográfica.
El Micaohtli, en Teotihuacan. Las ciudades mesoamericanas están orientadas con respecto a ciertos puntos notables de observación astronómica.

Territorio y centros ceremoniales

Los centros ceremoniales son el eje de las poblaciones de Mesoamérica. Éstos determinan la existencia del urbanismo, que no es más que una porción del espacio que caracteriza a los centros ceremoniales, que a su vez constituyen el corazón del espacio sagrado. Estos centros tienen como función orientar el espacio y transmitir la orientación al espacio que los rodea. Las ciudades con su centro ceremonial constituían siempre la entidad política y cada hombre se podía identificar según la ciudad en que vivía.
“No hay hombre tribal, el etnocentrismo natural de los pueblos hace que prácticamente todos se autodesignen como los hombres. Por otra parte la pluralidad étnica de Mesoamérica no permite asociar una etnia y un territorio; así la ciudad es la que crea la identidad: ser mexica significa habitar en México; ser zapoteco en Zapotlán”. (Duverger, 1996: 77)
Los centros ceremoniales siempre eran construidos para ser vistos. Las pirámides eran construcciones que sobresalían del resto de la ciudad, para manifestar a sus dioses y sus capacidades. Otro rasgo característico de los centros ceremoniales son los sedimentos históricos. Toda construcción ceremonial era construida en varias fases constructivas, una sobre la otra, de suerte que lo que se observa en la actualidad suele ser la última etapa de la construcción. En pocas palabras los centros ceremoniales son la traducción arquitectónica de la identidad de cada ciudad proyectada en la veneración a sus dioses y amos.
K’inich K’an B’alam II, en una estela de Palenque. Este tipo de monumentos públicos fue muy común en toda Mesoamérica, y tenían por objeto, conmemorar sucesos notables o hazañas de la clase dominante.

Viaje al más allá

Se concebían en Mesoamérica varios tipos de más allá y por ende se practicaban varios tipos de funerales: simples o múltiples, fosas, cámaras mamposteadas, urnas, etc. Además de esto también practicaban la cremación, pero hoy se sabe que según el rango social que ocupara una persona, o el tipo de muerte que se tuviera, eran ambos factores los que determinaban el tipo de entierro. Con todo esto se llegaba a la idea de un viaje post mórtem, en el que la tumba era el punto de partida al más allá.
Los mesoamericanos creían en tres destinos: el viaje celeste en el que solamente se encontraban los que habían muerto en el campo de batalla, en la piedra de sacrificios o las mujeres muertas en el parto. Este destino se conocía como Cincalco (casa del maíz). El segundo era el viaje al inframundo que consistía en una peregrinación subterránea que conduciría a los muertos al extremo norte del mundo. Este lugar se llamaba Mictlán (lugar de los muertos). El tercer destino era el viaje hacia el paraíso del sol, que se encontraba con dirección este. Se trataba de un sitio dominado por el sol, y en náhuatl se le daba el nombre de Tonatiuhichan (casa del sol).
En cada entierro se tenía que colocar alimento y bebidas depositados en utensilios de barro para que el muerto se pudiera alimentar durante el viaje; también se colocaban máscaras para protegerlos del frío. Una reminisencia de estas creencias se advierte en la actualidad en que todavía algunos indígenas colocan pesos entre los dedos del difunto para poder cubrir los viáticos durante el camino.[cita requerida].

Arte político-religioso

La expresión artística estaba condicionada por la ideología, que mezclaba tanto la religión como el poder; gran parte de las obras que sobrevivieron a la conquista fueron monumentos públicos. Este tipo de arte fue hecho principalmente para ser visto, el cual constituía la clave para la cuenta del tiempo, la grandeza de la ciudad y la veneración de los dioses. Existe, además de éste, otro tipo de arte prehispánico que tiene que ver con el aspecto oculto; se diferencia del primero en cuanto no puede ser observado sino que su valor está en lo que representa, por ejemplo, la vasijas de barro que eran utilizadas en los entierros o las caras invisibles de estatuas.
El arte quedaba en el anonimato, ya que nunca se encontró alguna firma del que lo realizaba; además, se decía que era un arte abstracto, pero no refiriéndose a la ausencia de la expresión figurativa, sino en el sentido de que está desconectado de cualquier referencia naturalista.
Aparte de todo esto, al arte precortesiano se le consideraba también hiperintelectual, capaz de liberarse de toda obligación realista. Siguiendo con esta idea surgen dos observaciones: la primera se refiere a la imagen austera que la arqueología le ha designado: por lo regular se tenía una preferencia hacia las cosas nobles, objetos de colección o atesoramiento; y a las piedras se les consideraba perecederas al tiempo por lo que no eran tan apreciadas, aunque si bien es cierto esto último es esencial para los centros ceremoniales mesoamericanos. Diversas especies de maíz criollo. El Estado y toda la civilización mesoamericana se encuentran vinculados con el cultivo de este cereal, cuya mayor variedad de especies se ha encontrado en el área mesoamericana.
Área Intermedia
Es el nombre dado al área etnológica y cultural que en el siglo XVI, a la llegada de los españoles, comprendía los territorios hoy correspondientes a la vertiente del Caribe de Honduras y de Nicaragua, el territorio de Costa Rica (con excepción de la península de Nicoya y la región del golfo aledaño hasta la región de Chorotega), Panamá, Colombia y Venezuela. Colindaba con el área cultural de Mesoamérica y los espacios culturales del Área Cultural Andina y la Amazonia.
Características:
Combinación de economía agrícola basada en tubérculos y en especial la yuca, con formas económicas más elementales como la caza y la recolección. La población era menor y los poblados más pequeños que en el área mesoamericana y todavía con tendencia a la trashumancia. La organización familiar está en la base de la organización social y no la diferenciación del trabajo y de clases definidas; más que sacerdotes de un complejo culto, los dirigentes espirituales son shamanes o curanderos y los dirigentes militares asumían ese papel mientras algunas especiales circunstancias lo requiriesen. De Colombia a Costa Rica, abundante y valiosa metalurgia del oro.

De las culturas indígenas que poblaban el territorio hondureño, los mayas-chortís, lencas, tolupanes y chorotegas corresponden al área mesoamericana; los pech y sumo-tawakas al área intermedia.

5 comentarios

  1. Natalia Quintal Ake said,

    Hola, me gustaría saber quien es el autor de este articulo (: gracias

  2. histounahblog said,

    es de autoria colectiva

  3. Anónimo said,

    Un mu buen articulo
    Universidad Autónoma de Honduras
    Historia de Honduras
    2021-C-HH-1003
    Grupo # 3
    Paola Yessenia Valladares Lopez
    20211021769
    Número de lista: 19

  4. Paola Valladares said,

    Un muy buen articulo
    Universidad Autónoma de Honduras
    Historia de Honduras
    2021-C-HH-1003
    Grupo # 3
    Paola Yessenia Valladares Lopez
    20211021769
    Número de lista: 19

  5. Paola Valladares said,

    Universidad Autónoma de Honduras
    Historia de Honduras
    2021-C-HH-1003
    Grupo # 3
    Paola Yessenia Valladares Lopez
    20211021769
    Número de lista: 19

    Una de las áreas más importantes durante la historia prehispánica de México fue la que se conoce como Centro de México. Está conformada por los valles de tierra templada a fría situados en la parte meridional de la Altiplanicie Mexicana y en el norte de la cuenca del río Balsas. Es un nicho ecológico caracterizado por su clima templado y la ausencia de corrientes importantes de agua. Las lluvias, por otro lado, se presentan entre los meses de abril a septiembre, y no son demasiado abundantes. Este hecho fue el que motivó el desarrollo temprano de obras hidráulicas, entre las que se cuentan la canalización de los ríos, los sistemas de acequias en las laderas de los cerros para almacenar el agua.

    El valle de Tehuacán, localizado al sureste de esta región es importante porque de él proceden los restos más antiguos de cultivo del maíz y algunas de las muestras de la cerámica más antigua de Mesoamérica. El Centro de México incluye además, la cuenca lacustre del valle de México, compuesta por varios lagos y lagunas. En torno al lago de Texcoco crecieron poblaciones tan importantes como Cuicuilco, en el período Preclásico; Teotihuacan en el Clásico y Tula y Tenochtitlan en el período Posclásico.

Deja un comentario