De ultraconservadores y Coquimbos. Anarella Vélez.

abril 8, 2024 at 5:30 am (Uncategorized)

De Ultraconservadores y Coquimbos

Francisco Morazán, ilustración de Rigoberto Paredes Vélez,

El pensamiento ultraconservador radical ha subsistido a lo largo de la etapa democrática de Honduras encarnado en diferentes fuerzas políticas, pese a que representa y propaga valores sociales incompatibles con la República de derecho a la que aspiramos como sociedad. Durante la crisis política que llevó a la disolución de la Federación Centroamericana, y que solo pudo ser retrasada temporalmente por la brillante capacidad política y militar de Francisco Morazán, se perfiló la ideología extremista, rapaz y excluyente que caracteriza a los grupos de poder en Honduras aún en nuestros días, y que se manifestó en su más absoluta expresión durante las dictaduras, por ejemplo, de Tiburcio Carías Andino, Roberto Micheletti o Juan Orlando Hernández. En cualquiera de estos periodos se adoptaron las mismas prácticas de represión, desestabilización de la institucionalidad, marginación y persecución de los grupos minoritarios al igual que de la oposición política. En cada ocasión se sufrió un estancamiento social y una erosión grave de las conquistas sociales, pero todo esto sirvió para beneficio de las élites económicas tradicionales que incrementaron intensamente los privilegios de que históricamente han gozado.

Si podemos afirmar, pues, que el partido Nacional, que hoy en día está firmemente identificado con la ultraderecha internacional, sigue encarnando el conservadurismo regresivo, con todos sus rasgos feudales, que afligió a la federación Centroamericana, debemos ver por extensión su opuesto completo en el grupo Coquimbo. Esta articulación de los intelectuales hondureños fue precisamente bautizada en honra a la memoria de la lucha Morazánica al nacer con el propósito de rescatar y volver a divulgar los ideales democráticos en una época en que la tarea política más crítica que enfrenta el pueblo hondureño es precisamente restituirlos. La necesidad de formar Coquimbo, así como la misión que este importante colectivo conduce, surgieron con tanta naturalidad en la coyuntura social pos golpe en Honduras, precisamente debido a que los valores Morazánicos siguen tan vigentes en nuestra época como lo fueron en el génesis de nuestra patria, y hoy más que nunca vivimos con el reto y la oportunidad trascendentales de defender las libertades y los derechos de los hondureños que tan sagrados fueron para nuestro gran prócer.

Desde esta perspectiva debemos ver con un afilado sentido crítico el sistema capitalista neoliberal que predominó en nuestro país hasta la llegada al poder de Xiomara Castro. El colmo del entreguismo y la desvalorización de nuestra soberanía patria lo sufrimos con el establecimiento de las ZEDE, la concesión de nuestros servicios básicos a la EEH y COVI, el brutal aumento del costo de la vida para la mayor parte de la población mientras que una réducida élite privilegiada con exoneraciones fiscales se lucraba con la explotación de nuestros recursos, y la lenta destrucción de nuestros sistemas de educación y salud públicas. El monopolio de los oligarcas nacionales sobre los medios de comunicación no bastó para cegar a la población sobre la que tradicionalmente habían influido, ante tal grado de rapacidad.

Debemos entender que si llegamos a esta situación, fue precisamente porque las dictaduras que se sucedieron tras el golpe de estado fueron sostenidas por potencias extranjeras sin las cuales nunca habrían podido perpetuarse en el poder. Esta es quizás la clave para ilustrar, a través de un contexto moderno, que la ideología capitalista es absolutamente inseparable e indivisible del imperialismo, es decir que la misma está diseñada como mecanismo de explotación y extracción de la riqueza de la “periferia mundial”, que son los países en vías de desarrollo. Este sistema neocolonial atraviesa hoy en día la crisis más aguda de su historia, ya que nos encontramos en el umbral de una transformación fundamental de las relaciones de poder internacionales, a medida que el bloque económico BRICS va eclipsando al G7, que ya tiene décadas de estar sumido en el estancamiento económico, y cuyo declive se está acelerando.

Si la caída del orden mundial neoliberal es inevitable, ¿qué le sigue? Hemos presenciado que los llamados a cambiar desde dentro las disfunciones del sistema occidental han sido desoídos en los países del primer mundo, y que los políticos que han intentado dirigir una reforma integral del mundo capitalista, como Sanders, Corbyn o Melenchón, han sido marginados por las élites políticas y económicas de sus respectivas tierras. Lejos de responder a estas voces de moderación, las potencias occidentales y sus aliados de la periferia mundial se han volcado a la radicalización. Hoy se multiplican desde la derecha los peores mensajes de odio contra los izquierdistas y agrupaciones políticas afines como el feminismo o los grupos organizados de minorías sociales. A medida que el mundo se dirige a desacoplarse del capitalismo neoliberal, el socialismo emerge para los derechistas como una amenaza preponderante para el orden establecido y el sistema de privilegios económicos insostenibles que defienden; pues lo cierto es que si ya definimos al capitalismo como la ideología imperialista y neocolonial por excelencia, el socialismo es la doctrina del antiimperialismo y la emancipación de los pueblos. Seguramente todos aquí podrán valorar esta circunstancia en los eventos que transcurren tanto a nivel nacional como internacional. Como hondureños y latinoamericanos atravesamos un momento extremadamente delicado, vulnerables a la peor violencia imperialista, por un lado, como ya lo hemos vivido en Honduras, y por el otro, en el umbral de importantes cambios históricos que deben permitirnos, como país soberano e independiente, finalmente culminar con ese hermoso sueño de Morazán, una república próspera, igualitaria, y unida por el sentido de la hermandad entre compatriotas.

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