Breve relación histórica del feminismo en Honduras

noviembre 3, 2017 at 8:16 pm (Uncategorized)

Breve relación histórica del feminismo en Honduras

Anarella Vélez

A través de los siglos, particularmente tras la primera gran derrota de las mujeres cuando se da la  las mujeres cuando se aniquila el matriarcado y se impone el patriarcado, han sido excluidas del goce de los beneficios sociales propios de cada época. Ellas han tenido que esforzarse por sí mismas y derribar muchos obstáculos para lograr que  le sean  reconocidos y  se respeten sus derechos. El acceso  a la educación, el trabajo, la participación social, económica y  política han sido, de un modo u otro, privilegios de los hombres.

Para entender la historia del feminismo aclaremos qué entendemos por feminismo:

Esta es una corriente de pensamiento en permanente evolución por la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre ambos sexos. Constituye una forma diferente de entender el mundo, las relaciones de poder, las estructuras sociales y las relaciones entre los sexos.

Esta nueva manera de observar la realidad, desde la perspectiva de las mujeres, es el motor que está produciendo más cambios en el presente, en el sistema y los valores sociales, consiguiendo que las instituciones modifiquen sus políticas sociales y económicas. Simone de Beauvoir habla del feminismo como un modo de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Actualmente el feminismo se divide muchas corrientes , entre las que sobresale: feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia, el ecofeminismo, el feminismo poscolonial.

El feminismo de la diferencia apuesta por el sentido, el significado que se le da al hecho de ser mujer, por el reconocimiento de los valores que tradicionalmente se han considerado como femeninos dándoles autoridad y poder social, al margen de las estructuras patriarcales.

El feminismo de la igualdad aspira a una sociedad en la que se produzca la integración de las individualidades una vez superados los estereotipos del sistema sexo-género. Defiende que mujeres y hombres tienen los mismos derechos y, de esta manera, pueden participar en igualdad en todas las estructuras so-ciales. La igualdad no pretende homogeneizar sino reconocer la diversidad de mujeres y hombres. Mitos, estereotipos y descalificaciones han rodeado siempre a esta corriente de pensamiento.

A la luz del pensamiento y de la metodología feminista hemos analizado que la situación de la mujer precolombina era bastante similar a la de cualquier otra cultura de la antigüedad,  culturas patriarcales en las que el poder estaba en manos de los  hombres. La mujer era considerada un objeto de intercambio. Un caso reconocido es el que se dio en una de las civilizaciones mesoamericanas  más evolucionada,  la azteca. Es sabido que  Malinche,  princesa azteca que tras un enfrentamiento entre tribus,  cuando apenas era una niña fue cedida como esclava, pues “esa era la tradición de aquellos tiempos” y, años más tarde, fue nuevamente regalada como esclava, esta vez a Hernán Cortés, por el cacique de Tabasco, junto a otras diecinueve mujeres, algunas piezas de oro y un juego de mantas.  Cortés descubrió  que Malinche hablaba varias lenguas nativas y la utilizó como intérprete a fin de tejer alianzas con los pueblos  sometidos por los aztecas, lo cual le  facilitó al conquistador el sometimiento de aquel  imperio.[1]

Por otra parte,  los principales gobernantes de las civilizaciones precolombinas  fueron hombres, la mujer ocupaba casi siempre un papel muy secundario y, de paso, han sido invisibilizadas por la historia antropocéntrista, si bien se reconoce, gracias a la revisión feminista de la arqueología, que existieron mujeres trascendentes como la Reina Roja, de la civilización maya.

Con la conquista y la colonización, continuó siendo excluida del derecho a la educación en letras; solamente se instruía  en virtudes como la castidad, la honestidad, la modestia y la lealtad y en oficios, valores que contribuían a perpetuar su estado de subordinación. Vale destacar aquí los excepcionales ejemplos de Sor Juana Inés de la Cruz (Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana) y Sor Juana de Maldonado y Paz[1]

Durante los siglos XVI y XVII los únicos que recibían educación en letras eran los hijos de los españoles, y aquí  se contaba con unas tres escuelas. El  desequilibrio alcanzaba a  los hijos de los aborígenes  que apenas recibían educación fundamental en el aprendizaje del idioma español y en la cristianización.

Hay que sobresaltar que la educación era solamente para niños varones, medida que desconocía la decisión de la Corona española transmitida a través de la emisión de  ordenanzas que establecían la obligatoriedad  de crear escuelas para niñas. Es a mediados del siglo XVIII cuando el tema de la condición social de la mujer comenzó a recibir atención por parte de los periódicos que circulaban en la época. Esto dio como resultado una relativa  expansión de la casi nula educación femenil. Las feministas reconocemos en nuestra genealogía a Mary Wollestoncraft y Olympe de Gouges.

La primera escuela de niñas que se fundó en Honduras fue en  Comayagua, a finales del siglo XVIII, por decisión de  don Luciano San Martín. Aunque el mayor apoyo a las mujeres  para recibir educación provino del sabio José Cecilio del Valle, plasmado en la misma  redacción del Acta de Independencia.

Como es sabido, en el Acta se instituye que la mujer es la mejor institutriz que puede tener un niño,  por lo tanto había que nacionalizarla, estimular su interés en las actividades  que  realizaba; además,  se contempló que la educación proporcionaría aptitudes, capacidades y valores necesarios a la sociedad, por lo que nadie debía ser excluido de la educación, principalmente la mujer.

Este primer paso dado por  Valle, siempre apoyado por su esposa Josefa Valero,  facilitó el que las mujeres tuviesen acceso a las primeras letras. De aquel tiempo al presente,  vemos a las mujeres destacarse, por méritos propios, en todas las áreas del conocimiento, la ciencia y la participación ciudadana.

 

 

La primera mitad del siglo XX

Sin olvidar el valioso apoyo solidario de doña Josefa Lastiri, en la heroica gesta morazánica,  se puede afirmar que la historia de las mujeres organizadas se remonta a inicios de siglo XX. En estos tiempos  destacan  Visitación Padilla  como propulsora de la Organización de la Sociedad Unionista “Juan Rafael Mora” y también como organizadora del Comité Hondureño Pro-Conferencia del Caribe.

En 1926,  un grupo de mujeres en las que se destacan  la ilustre profesora de educación primaria Visitación Padilla, Graciela Amaya de García, Antonieta, Jesús, Mariana y Ceferina Elvir,  María Luisa Medina, Eva Sofía Dávila,  Goya Isabel López, Flora Suazo, Ángela y Genoveva Andino, Natalia Triminio, Rosita Amador, Juana Ochoa, Sofía Vega, María López, Adriana Hernández, Florencia Padilla, Rosa Flores, deciden organizar la asociación “Cultura Femenina”,  cuya primera secretaria general fue Visitación Padilla.

La Federación Sindical Hondureña consideraba a Cultura Femenina como una de las columnas más sólidas y fuertes sobre las que descansaba su estructura orgánica, que sólo logro destruir la dictadura del Gral. Tiburcio Carías Andino,  régimen que clausura todas las organizaciones populares.

Desde “Cultura Femenina” se presionó al Congreso Nacional para que exaltara a la Madre Hondureña, y gracias a su tesonera labor logran que el 24 de enero de 1927 ese poder del Estado emitiera el Decreto 32,  estableciendo la celebración del Día de la Madre.  “Cultura Femenina”  luchó por los derechos políticos de la mujer.

Choncita fue fundadora y presidenta  del Frente Femenino Hondureño Pro-Legalidad.  Dicho frente luchó contra el continuismo Cariísta.  Logró,  después de grandes esfuerzos, la aprobación por el Congreso Nacional del Decreto 30 que modificaba el Decreto 24  y, mediante el cual, se reconocían los derechos políticos, civiles y sociales de la mujer hondureña.

Las luchas por  el sufragio

En las actividades  por la participación política se destaca la intervención Trinidad Del Cid, Olimpia Varela y Varela, entre otras,   de Alejandrina Bermúdez de Villeda Morales, como presidenta de la Federación de Asociaciones Feministas de Honduras,  y  Visitación Padilla como miembra del PLH. En respuesta a la presión de las mujeres,  la moción fue presentada en 1954 en el Congreso Nacional por cinco diputados encabezados por  Elíseo Pérez Cadalso. Empero, los derechos políticos de la mujer fueron oficialmente reconocidos en 1955, debido al abandono del gobierno por Gálvez, asume el poder Julio Lozano Días y es durante su gobierno que es tomada en consideración por unanimidad la moción de reconocimiento de nuestros derechos políticos, así se aprobó el Decreto número 30, el 25 de enero de 1955, que reconoce a la mujer hondureña sus derechos políticos. A partir de entonces,  celebramos esa fecha como “Día de la Mujer” hondureña.

Una vez que ellas obtuvieron el nuevo derecho, se involucraron en las actividades políticas del país. Lo que  se ha incrementado a través de la historia. En el presente podemos ver mujeres crecientemente   involucradas en cargos de elección popular, así como candidatas a cargos importantes en el gobierno de la República.

Con la  conquista del derecho al voto, lo grupos de mujeres afiliadas a la Federación de Asociaciones Femeninas de Honduras (FAFH), continuaron su lucha para lograr la igualdad con los hombres en el desarrollo integral del país.

La FAFH acentuó su labor en el papel de la mujer en la familia. Su avenencia con el sistema político permitió a la organización vincularse con el Estado en la toma de decisiones en ciertas políticas sobre la mujer. Uno de los principales logros fue incidir  para que en 1984 se emitiera el Código de Familia.

Vinculada a los órganos del poder, la FAFH logra participar,  en 1976,   en el Consejo Asesor de la Jefatura de Estado, con tres representantes propietarias y tres suplentes en calidad de consejeras, distanciándose de  las mujeres de los demás países centroamericanos, que desde los años cincuenta estaban ligadas a organizaciones políticas obreras y  a las demandas de las organizaciones populares.

En 1957 también se organiza la Asociación de Mujeres Universitarias, conformada por valiosas mujeres como la abogada Alba Alonzo Cleaves de Quezada, las medicas Marta Raudales y Gloria Osejo Paz, espacio desde el cual se lucha por la incorporación de las mujeres a la educación superior.

Obreras y Campesinas

En 1969 finalmente  un grupo aproximado de grupo de  mujeres del Partido Comunista Hondureño (PCH), fundaron la Alianza de Mujeres Hondureñas, a la cual posteriormente se afiliaron unas dos mil mujeres, en su mayoría obreras y pobladoras y algunas profesionales. A partir de entonces éstas se vinculan a las luchas de nuestro pueblo en demanda de mejoras sociales.

Hacia 1975 la Iglesia Católica organiza el Comité de Amas de Casa, sin embargo,  sus actividades fueron entorpecidas por la intranquilidad política profundizada por la masacre  de Los Horcones. Sin embargo, algunas activistas continuaron su trabajo y en 1978 se formó la Federación Hondureña de Mujeres Campesinas (FEHMUC).

FEHMUC asumió el reto de integrar a la mujer campesina al proceso de desarrollo del país y luchar por el respeto a los derechos humanos. Su compromiso  lo encauzó en proyectos productivos en actividades tradicionalmente femeninas.

Las divergencias políticas provocaron la división del FEHMUC. Seis de sus  dirigentas  demandaron  involucrar a la organización en la vida política del país, razón por la cual este grupo fue expulsado de la organización en julio de 1985, acusadas de ser comunistas.

Ese mismo año, las mujeres expulsadas fundaron el Consejo para el Desarrollo Integral de la Mujer Campesina (CODIMCA), con el propósito de incorporar a las mujeres al proceso de Reforma  Agraria Integral, como beneficiaria activa en la producción agrícola. Esta organización quedó legalmente establecida en 1988, luego de realizarse el congreso constitutivo.

Diez años después CODIMCA contaba con 437 grupos de base y 8 mil mujeres afiliadas.

En 1989, un grupo de disidentes acusó a la directiva de la FEHMUC de centralizar los fondos, becas y transporte. Tales  discrepancias provocaron el aparecimiento de una nueva directiva de manera paralela a la ya existente. En 1991, las mujeres disidentes se retiraron y fundaron la Asociación Hondureña de Mujeres Campesinas (AHMUC) y proclaman como pilar fundamental el acceso de la mujer a la tierra.

Otra experiencia organizativa de la mujer campesina es el Enlace de Mujeres Cristianas, organización que surgió en 1985 con el nombre de Programa Educativo de la Mujer (PEM), que inició en Santa Bárbara y luego se extendió a otros departamentos de la zona noroccidental del país. Sus fundadoras también estuvieron vinculadas en su mayoría a los clubes de amas de casa de las comunidades eclesiales de base de la iglesia. Su organización fue menos vertical y más participativa.

Movimientos urbanos  de mujeres  en la segunda mitad del siglo XX que asumen la agenda de la Tercera Ola.

La urgente necesidad  de organización fue también percibida por las mujeres residentes en las ciudades. Las presiones de las  que son  víctimas las mujeres, tanto en el hogar como en sus centros laborales y la sociedad en general, provocan  el surgimiento de diversas organizaciones, con propósitos de mejorar sus condiciones de vida. Para ilustrar un poco la organización de las mujeres urbanas en la década de los 80 citaremos las organizaciones más sobresalientes, entendiéndolas como decisivas protagonistas del movimiento social hondureño.

 

La colectiva Graciela Amaya Garcia, 1977-1979, movimiento feminista universitario, conformado entre otras por Zoyla Madrid, Melba Reyes, María Teresa Galindo y Anarella Vélez. Tenían como objetivo difundir el pensamiento feminista de la época e incidir en el movimiento estudiantil de entonces.

 

Las Chonas

El Movimiento por la Paz, “Visitación Padilla”, más conocido como “Las Chonas”, surgió el 25 de enero de 1984,  para reclamar el respeto a los derechos humanos. Hasta 1989 realizaron una intensa labor de sensibilización, denuncia y repudio por la ocupación militar norteamericana del territorio nacional y pusieron en evidencia la posición servil y entreguista de los gobernantes. En esta organización sobresale el papel de Alba Medina, Gladys Lanza y Merlyn Eguigure.

 

El Centro de Estudios de la Mujer

El Centro de Estudios de la Mujer – Honduras, CEM-H, es una organización civil sin fines de lucro, con más de tres décadas  de reconocida  trayectoria pública,  que trabaja en la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres, impulsando la participación ciudadana y política de las mujeres en todos los ámbitos con equidad de género. Es una Organización no gubernamental de mujeres,  independiente de partidos políticos e iglesias. Obtiene su personería en 1987.  En esta organización es justo rescatar los nombres de María Elena Méndez, Mirta Kennedy,  Miriam Suazo y Suyapa Martínez.

 

CODEMUH

En junio de 1989,  un taller que analizaba la situación de las mujeres en Honduras identificó la necesidad de tener una organización de mujeres  urbanas que desarrollara un análisis de género y ofreciera una visión feminista  para lograr un cambio significativo en la vida de las mujeres. Ese taller dio como resultado la fundación de la Colectiva de Mujeres Hondureñas (CODEMUH).

La Colectiva de Mujeres Hondureñas, Codemuh; es un espacio feminista autónomo de intercambio de experiencias para apoyarnos en nuestra vida como mujeres.

El Centro de Derechos de Mujeres

En 1992, varias mujeres que estaban trabajando desde la iniciativa del Comité Latinoamericano y del Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM-Honduras), deciden conformar el Centro de Derechos de Mujeres (CDM), como una organización social, feminista, de defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres en Honduras.

El Centro de Derechos de Mujeres,  CDM,  se ha convertido en la más importante institución feminista, autónoma, que trabaja con mujeres no-organizadas y organizadas en instituciones comunitarias, de base, gremiales, mixtas o solamente de mujeres de zonas urbanas y rurales, estudiantes de secundaria y universidad, políticos y políticas, así como funcionarios(as) de gobierno, comunicadoras, la sociedad en general. Asimismo, con  organizaciones sociales comprometidas con la construcción de una verdadera democracia en nuestro país y fundamentalmente defensoras de los derechos de las mujeres desde el sistema judicial. En esta organización resalta el papel que han jugado María Antonia Martínez, Gilda y Suyapa Rivera, Regina Fonseca y Claudia Herrsmandorrsfer.

 

Inicios del Siglo XXI

La ANDEH, Asociación Nacional  de Escritoras de Honduras,  se organiza a inicios del siglo y hacia 2004 obtiene su personería jurídica y lucha por visibilizar y  mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres escritoras de Honduras, ellas rescatan en la genealogía de su pensamiento y su praxis a Virginia Woolf y a Clementina Suárez. En esta organización sobresale la labor de Lety  Elvir,  Divina Alvarenga, Diana Vallejo, Diana Espinal, Anarella Vélez.

Red Lésbica de Honduras Las Cattrachas  que organiza a las mujeres lesbianas, cuyas caras más visibles son  Indira Mendoza y Gabie Mass

Asimismo,  surgen en la primera década del S.  XXI:

  • Colectivo Feminista Mujeres Universitarias, COFEMUN;
  • Movimiento de Mujeres Socialistas, “Las Lolas”;
  • Centro de Estudio y Acción para el Desarrollo, CESADEH;
  • Jóvenes Feministas Universitarias;
  • Red de Mujeres Jóvenes;
  • Comisión de Mujer Pobladora;
  • Articulaciones Feministas de Redes Locales;
  • Convergencia de Mujeres de Honduras;
  • Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Cairo y Beijing;
  • Feministas Independientes.
  • Y se funda en la UNAH la Cátedra de Estudios de la Mujer, en la que es necesario señalar el papel motor de Blanca Guifarro.

2009

Con la propuesta de participación ciudadana del Presidente Manuel Zelaya las mujeres vieron una oportunidad para ampliar sus áreas de intervención e incluir en la agenda del gobierno sus particulares demandas. Así,  en mayo de 2009,   se organiza el Espacio de Debate de las mujeres  feministas organizadas, con la finalidad de aunar esfuerzos y apoyar el proyecto de la Consulta Ciudadana. Ese Espacio de Debate está constituido por  Movimiento de Mujeres Socialistas, Las Lolas ; el   Colectivo Feminista Mujeres Universitarias, COFEMUN; Centro de Estudios de la Mujer, CEMH; Centro de Estudio y Acción para el desarrollo, CESADEH; Jóvenes Feministas Universitarias; Red de Mujeres Jóvenes; Comisión de Mujer Pobladora; Articulaciones Feministas de Redes Locales; Convergencia de Mujeres de Honduras; Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Cairo y Beijing; Centro de Derecho de Mujeres  y Feministas Independientes.

Con la vorágine de acontecimientos desatada por el golpe del  28 de junio de 2009, este grupo se  identifica como  “Feministas en Resistencia” y pasan a formar parte del Frente Nacional en Resistencia contra el Golpe, al que también se adhieren  la Asociación Nacional  de Escritoras de Honduras (ANDEH)   y Cattrachas. Hasta hoy están luchando porque se restablezca en Honduras el respeto a los derechos humanos, la libertad y la paz y, por supuesto, es tema central de su agenda el restablecimiento de la democracia y la conformación de una Constituyente de la que derive una nueva Carta Magna incluyente, equitativa y respetuosa de los derechos de las mujeres.

En la Segunda década del siglo XXI surgen Las Necias,   Las Matrias, y al interior del Partido Libertad y Refundación se ha posicionado una visión feminista del mundo, particularmente con los movimientos internos de esa organización:  Somos más y La Raíz. Berta Cáceres (1973-2016) y los Copinh crean una propuesta que se mueve entre el ecofeminismo y el feminismo poscolonial, que se autoproclama anti capitalista, anti militarista, anti racista y antipatriarcal. En 2016 se organizan nuevas plataformas como  la 25 de noviembre y en 2017 la Coalición Todas para continuar el trabajo organizado para erradicar  la violencia y posicionar la agenda feminista en el ámbito público.

 

 

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[1] Malinalli Tenépatl, más conocida como la Malinche, nació en Coatzacoalcos, actual Veracruz, c. 1500 – Ciudad de México, c. 1527) Indígena mesoamericana. Intérprete y esclava sexual de Hernán Cortés, desempeñó un importante papel en el proceso de conquista de México. Nacida con el nombre de Malinalli, era hija de un cacique feudatario del Imperio azteca y su lengua era la náhuatl. El tratamiento reverencial que recibía convertía su nombre en Malintzin, de donde viene la deformación castellana que  resulta en Malinche.

Malitzin, que aún siendo considerada una princesa,  fue vendida por sus padres a un cacique de Tabasco, donde aprendió la lengua maya propia del territorio. Cuando el conquistador Hernán Cortés llegó a esa región (12 de marzo de 1519), recibió como presente veinte jóvenes esclavas, entre las cuales se encontraba ella. Fue bautizada como Marina, sin embargo pasaría a ser conocida como Malinche.

Tal como se trataba a las esclavas, las jóvenes fueron repartidas entre los hombres de Cortés. Malinche fue asignada a Alonso Hernández Portocarrero, quien hubo de marchar a España comisionado por Cortés en julio de 1519. Desde entonces, Malinche se convirtió en la amante del futuro conquistador de México, así como en su intérprete. En un principio contó con la colaboración en la traducción de Jerónimo de Aguilar, pero pronto habló la lengua de los españoles.

Malinche trabajó junto a Jerónimo de Aguilar, quienes eran los intérprete de los lenguas indígenas náhuatl y maya. Así llegó a ser consejera y portavoz de Cortés en las negociaciones con los aztecas. Resulta especialmente significativa, en este sentido, su participación como mediadora en las relaciones entre Cortés y Moctezuma II, emperador de los aztecas, a quien aconsejó que se sometiera al monarca español para evitar la masacre de su pueblo.

En 1523, Malinche tuvo un hijo de Cortés, Martín, el primogénito e ilegítimo hijo del conquistador. En 1524 participó en la expedición que emprendió Cortés hacia la región de las Hibueras (Honduras), en busca del rebelde Cristóbal de Olid. Por entonces fue repudiada por Cortés y se casó con uno de sus hombres de confianza, Juan Jaramillo, de quien dio a luz una hija, llamada María, poco antes de fallecer en 1527, a los 27 años de edad.

 

[1] Ver https://estudiosdelamujer.wordpress.com/2014/06/30/sor-juana-de-maldonado-y-paz/

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