Mario Felipe Martínez Castillo y la historia de Elempira

 

Mario Felipe Martínez Castillo y la historia de Elempira

Anarella Vélez Osejo

Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado.

KARL MARX

El historiador  hondureño, Mario Felipe Martínez Castillo,  nació en Comayagua el 16  de septiembre de 1932. Está considerado como uno de los estudiosos de la historia hondureña más importantes del S.XX, sobre todo en el campo de la historia positivista, de la que es el más claro  referente. Este movimiento historiográfico constituyó una importante renovación de los estudios históricos en la Honduras del siglo XX. Su visión de la historia estuvo dominada por un optimismo racionalista propio de esta corriente del pensamiento científico que se ocupa del pasado.

Martínez Castillo   destaca por su formación académica,  realizó sus estudios en Brasil, en donde obtuvo el grado licenciatura en la Universidad de Río de Janeiro y más tarde se doctoró en la Universidad de Sevilla, España, en donde se especializó en Historia del Arte Hispanoamericano.

Mario Felipe Martínez Castillo es un claro heredero de la propuesta teórica que arranca con Leopold Von Ranke, quien entendía la historia como un discurso unitario en el que la política jugaba un papel fundamental y determinante en última instancia. Es la Historia la ciencia que justifica el Estado Nación pertinente a la ideología nacionalista y liberal. Para esta enfoque del pasado la historia de las colectividades no es importante y vuelca su trabajo investigativo en las ideas y las vidas de los protagonistas individuales, dejando al margen la historia económica y social.

Sin embargo, es la historia positivista  la que permite comprender los fenómenos sociales,  admite demostrar el significado y la razón del curso mismo de la historia, liberando el conocimiento de nuestro pasado de la fe y de la especulación. Es importante esta primera visión científica de la disciplina pues a partir de ahí se separa el rigor científico de la novela. La historia se hace con documentos a partir del positivismo y  este aporte, sin duda alguna,  sigue aún vigente.

Generalmente se afirma que las y los historiadores positivistas no se comprometen con su tiempo. Lo cierto es que ésta práctica de la ciencia de la historia nace en el contexto de la formación de los Estados Nacionales y en consecuencia centra el objeto de la historia en las grandes figuras. Son propios de esta corriente de la historiografía ciertas temáticas y se decanta por la investigación política, las batallas, las guerras, los héroes, con un estilo esencialmente narrativo, la historia militar, la diplomática, la institucional y la jurídica.

En este escenario teórico se desenvolvió Martínez Castillo, quien comenzó su carrera como historiador hacia  1966, y desde entonces fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en donde descolló como miembro del grupo de historiadores fundadores de la Carrera de Historia, en 1977, y desde donde contribuyó a la formación de varias generaciones de historiadoras/es, entre las que me cuento yo misma.  En ese marco participó en el I Congreso Centroamericano de Historia como coordinador de la primera mesa de Historia Colonial.

Se le reconocen sus grandes méritos como  investigador de Historia Colonial en el Archivo General de Indias y el Archivo General de Centroamérica.  Así mismo, en su calidad de asesor de la Cancillería de la República y miembro de la Comisión de Soberanía y Fronteras contribuyó a establecer los límites  fronterizos entre Honduras y El Salvador.

Entre sus obras habría de  destacar entre todas: Capítulos sobre el Colegio Tridentino de Comayagua y la educación Colonial en Honduras(1968), Apuntamientos para una historia colonial de Tegucigalpa y su alcaldía mayor(1982), y el  más destacado de ellos, Los últimos días de Lempira y otros documentos(1987),  Cuatro centros de arte colonial provinciano hispano criollo en Honduras(1992), El paternalismo y la esclavitud negra en el Real de Minas de Tegucigalpa(2004), Temas históricos inéditos de Honduras (2009).

Es necesario remarcar que la concepción de la historia  que el aprendió y guió su labor a lo largo de su vida fue muy conveniente para los fines políticos de unificación del Estado y la Sociedad. Se trata de una historia que sienta las bases para un pensamiento social reflexivo.

Su papel en la búsqueda de las raíces histórico-culturales de nuestros pueblos ha sido notoria. Despertó el interés contemporáneo en la vida de Elempira. De esa manera respondió a la interrogante acerca de si éste personaje fue real  o no. Sus investigaciones aportaron el archivo que ha sido soporte para la reflexión acerca del carácter y la profundidad del dinamismo inherente a la sociedad  contemporánea de Honduras (Barahona, 1990:5).

Sus hallazgos documentaron la resistencia de nuestros pueblos originarios (1524-1539), la cual se manifestó a través de dos perfiles, la pacífica y la militar. Ambas formas de oposición se sirvieron muy bien de la particular geografía de Honduras, específicamente de las tierras altas del interior (Barahona, 2002:83), en donde se organizó una férrea y sangrienta  resistencia a la conquista (Euraque, 2004:48) tal como quedó relatado en los informes de los conquistadores que investigó Mario Felipe.

Martínez Castillo comprendió la trascendencia de las vidas  de los dirigentes aborígenes para nuestra identidad y exploró varios  documentos denominados Probanzas de Méritos de los conquistadores de Honduras,  encontrados por él en el Archivo General de Indias (Martínez, 1997: 25),  gracias a los cuales se ha podido esclarecer las condiciones en que se produjeron las conflagraciones de la resistencia aborigen en contra de la conquista española.

En su libro Los últimos días de Lempira y otros documentos. El conquistador que venció a Lempira, dedicado a la historiadora canadiense Wendy Kramer, quien llamó su atención acerca de la existencia de la  Probanza de Méritos que  comprobaría documentalmente la vida de Elempira  (así llamado en la probanza de méritos de Rodrigo Ruiz) refleja la calidad de la investigación de archivo, que implica muchas horas de lectura a cambio, la mayoría de las veces,  de resultados marginales e insignificantes.

En el supra mencionado texto, el historiador comienza por  situar, brevemente,  el contexto general de la búsqueda documental, relata que,  tras años de búsqueda, encontró escritos que describían las experiencias de  los españoles que  conquistaron Honduras y que libraron sus guerras  entre 1530 y 1540.  Ellos describieron el levantamiento lenca ocurrido en la Provincia de Gracias a Dios muy lacónicamente, y todos coincidieron en la relación de hechos.

La versión secularmente aceptada acerca de la resistencia aborigen provenía de una Historia de América escrita en  el siglo XVII por el cronista español Don Antonio de Herrera en donde se expone a Lempira como un brillante estratega militar al mando de 30,000 hombres, quien mantuvo durante más de seis meses en jaque a los españoles al mando del adelantado de Yucatán, Don Francisco de Montejo. Es Herrera quien describe la muerte de Lempira como efecto de la traición del español Alonso de Cáceres, quien al no poder matarlo en batalla envía a sus esbirros para que lo asesinen.

Martínez Castillo desvirtúa la anterior versión con una  Probanza de méritos,  en la cual se basa su estudio,    documento  de indudable credibilidad, aportándonos la información acerca de su ubicación:  está catalogado en el Patronato Regio Legajo No. 69, ramo No. 5 del Archivo General de Indias, relación de méritos presentada ante la Audiencia de México, poniendo como testigos a sus compañeros en la guerra que puso fin a la vida del “capitán indígena” Elempira que tenía revuelta a la provincia de Cerquín.

El mencionado manuscrito es un  documento judicial fechado en México el 18 de enero  1558. En  él,  el conquistador Rodrigo Ruíz se presenta ante la Real Audiencia de la Nueva España, ante su Escribano Real, Antonio de Turcios, así como el interrogatorio ante el Licenciado Alonso de Maldonado.  De ahí que el manuscrito alcance más de 90 folios y sea muy rico en información sobre la invasión española. En el original se tratan diversas materias,  desde la calidad de los conquistadores, la limpieza de sangre, si son cristianos viejos, si poseen casa poblada, la servidumbre con que la mantienen, la calidad de sus familiares y, esencialmente, prueba la fidelidad al Rey.

En el mencionado documento,  Ruíz describe su servicio en las guerras coloniales bajo el mando de Francisco de Montejo, el conquistador de México y América Central.

En la dicha probanza  afirma que Elempira murió en combate con Ruíz y describe cómo éste le cortó la cabeza como prueba fidedigna de la muerte del líder de los lencas. Este documento, además incluye como testigos a Don Diego Alonso de Maldonado y Doña Catalina de Montejo, única hija de Don Francisco.

Como podemos apreciar,  en algunas ocasiones, la laboriosa tarea de rebuscar y extraer información documental puede aportarnos  grandes recompensas. Martínez Castillo puso así en práctica el método filológico que tiene como principal recurso el documento, en este  caso,  el legajo encontrado en el Archivo General de Indias demostró documentalmente la existencia física y las batallas dirigidas por el aborigen lenca Elempira.

Mis recuerdos personales  de Mario Felipe son muy gratos,   fue mi maestro de Historia Colonial en la Carrera de Historia. Él  enseñó a nuestra generación que la historia debe contar lo que sucedió y que debíamos dejar a la poesía el contar lo que debía suceder. A través de su ejemplo también aprendimos  una filosofía de la vida, siempre afable y discreto. De fuertes convicciones políticas, Martínez Castillo fue miembro del Partido Liberal  y tras el golpe de Estado de 2009 se adhirió a las filas de la Resistencia en contra del Golpe de Estado.

A un año de su fallecimiento, acaecida el 30 de julio de 2012,  ésta es mi particular manera de rendir homenaje a su memoria.

 

Fuentes consultadas

  1. Barahona, Marvin (1990) Introducción al estudio de la Identidad Nacional, Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras.
  2. Barahona, Marvin (2002) Evolución histórica de la identidad Nacional, Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras.
  3. Cardozo, Ciro y Héctor Pérez Brignolli. Centroamérica y la economía occidental 1520-1930, Costa Rica, 1977.
  4. Carías Zapata, Marcos  “La Tiranía de los Conquistadores”, Historia Crítica, no. I, enero de 1980
  5. Martínez Castillo, Mario Felipe (1987), Los últimos días de Lempira y otros documentos. El conquistador que venció a Lempira, Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria.
  6. Euraque, Darío, (2004), Conversaciones históricas con el mestizaje y su identidad nacional en Honduras. San Pedro Sula, Honduras. Centro Editorial.
  7. F.A. Kirkpatrick. Los Conquistadores Españoles.  Ediciones RIALP S.A. Alcalá, Madrid, febrero de 2004.
  8. Guerrero, Julián N. y Lola Soriano de Guerrero, Caciques heroicos de Centroamérica. Rebelión indígena de Matagalpa en 1881 y expulsión de los jesuitas, Managua, Nicaragua, 1982
  9. Newson, Linda. El costo de la conquista. Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras, 1992.
  10. Stone, Doris. Demarcación de las culturas precolombinas del Norte y Centro de Honduras. Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, Tomo XIX, No. 2-5, agosto y noviembre de 1940, Tegucigalpa, Honduras,
  11. En esta imagen aparecen junto a Mario Felipe Martínez Castillo, Anarella Vélez Osejo y su madre, la Dra. Gloria Osejo Paz, en el Parque de María Luisa, en Sevilla, España.

 

OLYMPUS DIGITAL CAMERAEn esta imagen aparecen junto a Mario Felipe Martínez Castillo, Anarella Vélez Osejo y su madre, la Dra. Gloria Osejo Paz, en el Parque de María Luisa, en Sevilla, España.