Honduras: Cómo se construye la representación de las mujeres en las postrimerías de la Reforma Liberal 1929-1949, Anarella Vélez

enero 5, 2024 at 10:58 pm (Uncategorized)

Honduras: Cómo se construye la representación de las mujeres en las postrimerías de la Reforma Liberal 1929-1949  forma parte de una investigación más ambiciosa, la que he denominado Honduras: mujeres al margen de su Historia. Éste es un estudio dividido en tres partes por razones metodológicas. En la primera de ellas desarrollo la contextualización histórica y el estado de las representaciones y la cultura en el período que comprende de la Reforma Liberal, 1876-1949;  la segunda expone el tema central, destaca e ilustra el estado de las representaciones gráficas y escritas de las mujeres durante el cariato por medio del estudio de  las publicaciones de la época, específicamente del Instituto  Normal Central de Señoritas,  El Sol, La época, Ariel, entre otras;  La tercera parte es una sucinta reflexión acerca de los hallazgos de la investigación. 

            Las investigaciones históricas con perspectiva feminista en Honduras se han iniciado muy recientemente, de ahí la  certeza y la necesidad de analizar nuestro pasado partiendo de posiciones teóricas y militantes,  que puedan ser de utilidad para comprender nuestra propia problemática actual,  en tanto que  mujeres, a partir de la investigación de las representaciones sociales de las mujeres, a fin de conciliar lo individual con lo colectivo en el funcionamiento del pensamiento. Para ello es imprescindible apropiarse de las herramientas tanto epistemológicas como metodológicas. El concepto de representación social cruza las ciencias humanas, no es patrimonio de un área en particular, sus raíces se encuentran en la sociología y ha ganado una presencia relevante en la Historia de las Mentalidades. A partir de él explicamos los fenómenos del orden simbólico, explicándolos por medio de definiciones que se sustentan en las nociones de conciencia e imaginario.

Estudiar aquellos campos en el que las mujeres han sido representadas o ignoradas, y que de uno o de otro modo, ellas captan subjetivamente o indirectamente el modo en que su impronta ha sido predeterminada por la sociedad patriarcal, aun cuando ésta sea en apariencia,  invisibilizada, silenciada o anulada. Por esto es necesario indagar los recursos ideados por el sistema patriarcal para que ellas –en su mayoría– acepten el modo en que son representadas, aún así, no abandonan su decisión de coadyuvar a las procesos de transformación. Esto fue más claro a partir del estudio de Althusser, los Aparatos Ideológicos del Estado (1969: 1969, 1)

            Los estudios históricos han brindado un mayor y mejor conocimiento de la importancia de la representación social  en la trayectoria de las mujeres y, particularmente, en los procesos de participación en la transformación cultural,  política y económica de las sociedades, a pesar y más allá del androcentrismo y el logofalocentrismo.

            Sin embargo, el proceso de generar conocimiento acerca  del papel del sistema  educativo establecido para  una eficiente reproducción  de esquemas  y prejuicios sociales sexistas que deriva en la separación de hombres y mujeres,  en la exclusión de las mujeres, es una tarea urgente. Cómo influye la asignación del sexo en quienes conducen la educación mediante la expresión de valores y condiciones que se traducen en una educación y formas de representación destinada a reproducir el orden patriarcal.

            Esta investigación busca proporcionarnos información acerca del rol de las la representación de las mujeres en los diferentes campos del saber, del quehacer y la cotidianeidad, para re-significarlos y revalorizarlos.  Explorar nuevos acercamientos al pensamiento,  discurso,  afectividad y sexualidad de las mujeres: en los regímenes opresivos se espera de ellas sumisión y su rol como esposas y madres,  como un efecto directo del sistema educativo imperante.

            La metodología feminista, con sus  técnicas,  nos permite recopilar, obtener y analizar información, evidencias o datos más allá de la visión androcéntrica y distante. En esta investigación –feminista- de recurre a  los métodos de las ciencias sociales pero elijo observar y examinar todo aquello que aporta a la interpretación de nuestras objetas de estudio.

            Historizar el proceso de grafía de las mujeres  es condición imprescindible para comprender el modo en que se ha transformado la representación social de las mujeres considerando su interacción social y las mismas prácticas cotidianas, permitirán comprender las funciones sociales que se les han asignado.   

Contexto

            Durante el régimen colonial las escuelas funcionaron bajo el sistema clerical. Prestaba sus servicios educativos en las iglesias, casas particulares y en los conventos. La participación de la Iglesia en la educación de las niñas y niños se desarrolló sin controles: se enseñaba a leer y a escribir  para afianzar la  visión  del mundo propia de ese sistema excluyente. 

            El 20 de febrero de 1564 se abre la primera escuela de la colonia, en Santa María de la Nueva Valladolid de Comayagua, con el apoyo de Fray Jerónimo de Corella. En esta institución educativa se enseñaba gramática a los hijos de españoles peninsulares y criollos. En 1678 se solicita la creación de un colegio, el cual autoriza mediante Cédula Real, en 1679, cuyo edificio se termina en 1684. En ello juega un papel determinante el Obispo Fray Alonso Vargas y Abarca, llamándolo Colegio Seminario San Agustín, cuya base fue la escuela básica creada por Corella, en esta entidad se enseñó Gramática castellana, Gramática latina, Historia, Matemáticas, Teología y Moral. Éste a su vez se convierte en el Colegio Tridentino San Agustin  de Comayagua, autorizado mediante Real Cédula por Felipe V en 1738, en esta entidad se empezó a enseñar filosofía, música y cantos gregorianos, además de las antes mencionadas. En 1815 se eleva la solicitud de que el Colegio se convirtiese en Universidad; en 1820 se solicita que se abran las carreras de Leyes, Medicina y Cirugía de los vecinos, fueron sus promotores Romualda Castro y Manuel Pardo, que eran propietarios de escuelas y aceptaban pupilos. Durante la colonia las mujeres estuvieron excluidas de estas entidades educativas. 

            Con la independencia, en 1821, se reconoce formalmente la generalización pública de la enseñanza. En 1822, el Ayuntamiento de Tegucigalpa dicta la orden para que se abrieran escuelas de primeras letras, a ellas debían asistir todos los niños de cinco a catorce años (Inestroza; 2003, 24), se fundan escuelas mixtas y se mantiene vigente la educación religiosa en la currícula elemental. Por su parte, el Colegio siguió funcionando hasta 1827, año en que es clausurado debido al golpe de estado dado al gobierno de Dionisio de Herrera. Durante 17 años estuvo cerrado y es el conservador Francisco Ferrera quien, en 1843, lo reabre y se integra a la enseñanza de la Filosofía, la Teología dogmática, el Derecho civil, la Gramática y la Medicina. En 1847, durante el gobierno de Juan Lindo, se crea la primera universidad de carácter nacional, pasando a ser la Academia Literaria de Tegucigalpa a Universidad Central de Honduras. Nuevamente, las mujeres son excluidas de la de educación media y superior. 

            La Reforma Liberal (1877-1949) (Carías: 2007, 197) iniciada con el gobierno de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, “período entre el nacimiento de Carías en 1876 y su monopolio del poder desde 1933 en adelante demarca una etapa de cambio inigualable en la historia hondureña” (Zelaya; 2008, i),  cuya fundamentación la encontramos en el principio de orden y progreso, etapa que fue bautizada por el Rosa como la nueva era.  Para alcanzar esa meta  los reformadores no tuvieron otro camino que instaurar un modelo educativo distinto, heredero de la ilustración, según el cual la educación pública debía formar la nueva ciudadanía. 

            Soto y Rosa diseñaron el sistema pedagógico que les era necesario para alcanzar su plan  de progreso y de orden. En este escenario,  promulgaron en 1882 un Código de y Mineralogía. Ambas solicitudes fueron desestimadas. En Tegucigalpa las escuelas funcionaban gracias a la contribución Instrucción pública en el cual quedaron establecidos los diferentes niveles de la educación: la primaria, la secundaria y la universitaria. Se fundaron escuelas para niñas y niños. Para entonces el segundo nivel era inexistente y se funda el Instituto Central. La Universidad también se reforma,  se le retira la autonomía y se la adscribe al Ministerio de Educación. 

            Los cambios en la instrucción que se gestaron a partir ésta primera reforma liberal (Membreño:2005, 434) se va concretando con la fundación en Tegucigalpa del  primer colegio elemental para niñas, el 13 de noviembre de 1877, en el cual estudió la maestra María Guadalupe Reyes de Carías (1869-) , el cual sería denominado El Progreso, de quien rescatamos estas reflexiones:

<El gobierno fundó por aquel tiempo el primer plantel femenino de Tegucigalpa, el primero en los de su clase, porque era colegio para el pueblo: a él acudieron presurosas las hijas de todas las clases sociales; allí se confundían la hija del padre acaudalado, la del orgulloso patricio, con la del pobre y el plebeyo. Bendita sea la idea del ilustrado ministro Doctor Rosa> (Del Cid: 1944, 104)

            Entre 1878 y 1884 los reformadores fundaron Escuelas Normales para la formación de las maestras hondureñas en las ciudades de Tegucigalpa, Comayagüela, Choluteca, Danlí, Goascorán, Intibucá, Juticalpa, La Paz, Ocotepeque, Santa Rosa de Copán y Yoro. En 1907 María Guadalupe Reyes de Carías sería la primera Directora de la Escuela para Párvulos de Tegucigalpa, fundada el 8 de junio de 1907. 

            Un frente cultural cobró vida en este contexto. La influencia del modernismo con la pluma de Rubén Darío se dejó sentir en esos tiempos y transmitió a las jóvenes generaciones una actitud crítica ante el tradicionalismo y  se pronunciaban en contra de la mojigatería imperante en la sociedad de entonces en el contexto del romanticismo, del modernismo y el posmodernismo. Los gobiernos liberales se declararon protectores del arte, de las letras y de la educación, siempre que  no se identificaran con el socialismo o el anarquismo.

            Pero estos cambios, en general,  tocaban a las mujeres tangencialmente. Desde las instituciones públicas se continuó considerando que el lugar más apropiado para ellas era la casa y la liberación siguió beneficiando a los hombres. Las que transgredían este orden, debían enfrentarse a la iglesia, el sistema educativo y toda la ofensiva del discurso patriarcal propio de los medios de comunicación convencionales. Es en este escenario que Lucila Gamero Moncada de Medina escribe la obra Blanca Olmedo, considerada la novela más representativa de la Reforma,  en ella la autora pone de manifiesto todo lo que la juventud laica y modernista rechazaba. 

            Ésta época coincide con el auge que va adquiriendo el imperialismo norteamericano, que convierte a nuestras naciones en neo-colonias, primero con la explotación mineral y luego la bananera. El capital extranjero explota el suelo nacional, anulando al Estado Nacional. Esta será la tónica de este período histórico.

            Con la crisis del capitalismo de 1929, en la mayor parte de los países Latinoamericanos se inició un proceso de desarrollo hacia adentro, pero en América Central, se consolidaron los regímenes represivos para salvaguardar los intereses de la economía cafetalera y bananera, según fuese el caso.  Dada la falta de un mercado interno, sin crecimiento urbano y sin una masa de  trabajadores el cambio de modelo era imposible. 

            Las tres primeras décadas del del siglo XX están signadas por la organización del movimiento estudiantil,  el movimiento obrero organizado –El Bloque Obrero Campesino presentó la candidatura presidencial de Manuel Cálix Herrera en las elecciones de 1932– y por las luchas de las mujeres que reivindicaron su derecho al voto y sentaron las bases del sufragismo. Se da la primera huelga de la historia del movimiento obrero en 1914, en la Mina de San Juancito y la de 1932 en las bananeras, la cual fue brutalmente sojuzgada por el gobierno de Mejía Colindres. En 1922,  Juan Pablo Wainwright a la cabeza, se funda el Partido Comunista. Una vez que Carías asciende al poder e instaura la paz, reprimiendo los movimientos sociales que apuntaban hacia los cambios sociales,   las compañías bananeras se encontraron en condiciones propicias para su crecimiento y afianzamiento. Todo actividad de oposición pasó a la clandestinidad y los intelectuales disidentes se exiliaron. 

            La Reforma Liberal,  iniciada en 1877,  termina en 1949 con el afianzamiento de la administración pública y la autoridad del gobierno central. En el proceso se consolidó una imagen de nación, para cuya consecución el papel de maestras y maestros fue vital. 

Honduras: Cómo se construye la representación de las mujeres en las postrimerías de la Reforma Liberal 1929-1949

            Las mujeres que con sus experiencias contribuyeron a la transformación de sus propias vidas y las de otras, aquellas que se vieron obligadas a transgredir el orden establecido: que no respetaron las normas instituidas, se saltaron las costumbres y marcaron la marcha hacia nuevas prácticas, aquellas que ignoraron el discurso que definía el modelo de mujer que necesitaba la sociedad patriarcal para su funcionamiento, sin embargo, la mayoría siguieron el sistema de valores impuestos a partir de los saberes impuestos a fin de que ellas actuaran de manera aceptable.

            Las maneras en que las ideas, el pensamiento, las creencias, van anidando en las mentes de las mujeres y definen sus comportamientos. Cito a Althusser:

                        “Como decía Marx, hasta un niño sabe que una formación que una formación social no sobrevive más de un año si no reproduce las condiciones de producción al mismo tiempo que produce. La reproducción de las condiciones de producción es, entonces, la condición última de la producción. Ésta puede ser simple” 

Hallazgos de la investigación

            Estudiar el enfoque de las representaciones y el campo de la cultura ya que existe una articulación originaria entre la representación social y la cultura y de ésta con la reproducción del sistema patriarcal.  El papel de las mujeres , más allá del ámbito de la educación formal,  en la formación de las fuerzas revolucionarias en la Honduras de la primera mitad del siglo XX puede simbolizarse en los nombres de Graciela Amaya García, maestra activista, perseguida y exiliada;  Visitación Padilla, maestra, escritora, activista antiimperialista y contra la dictadura cariista que luchó por los derechos políticos de las mujeres; Trinidad Del Cid, una vida dedicada a la lucha por los derechos de las mujeres; Lucila Gamero de Medina, narradora, médica y sufragista; Teresa Fortín, maestra de artistas plásticas en la Escuela Nacional de Bellas Artes, nos legó una obra a través de la cual las mujeres son visibilizadas;  Fausta Ferrera, maestra y narradora, nos legó una prosa desnuda de artificios con la que nos mostró la rustica realidad de la sociedad rural; Clementina Suárez, la poeta cuya voz se levanta contra la desigualdad; Mercedes Agurcia Membreño, cuya vida y obra estuvo dedicada al teatro, nos heredó obras teatrales de una profunda mirada hacia la sociedad en la que vivió. Olimpia Varela y Varela, empeñada a lo largo de su vida en el mejoramiento de las vidas de las mujeres.

            Todas ellas expresan la presencia de las mujeres en la construcción de una cultura crítica y de lucha contra la dictadura, fueron transgresoras pues rompieron con el rol asignado tradicionalmente a su género en las múltiples representaciones  colectivas. Se negaron a cumplir con el papel tradicional que las asocia al hogar, el cuidado del esposo, de los hijos y de ser “el pilar de la nación”. Ellas enfrentaron una doble dictadura, la milenaria enunciada en la dominación de género propia de la organización patriarcal de la sociedad y la dominación política, la cual se ejerce a través de las representaciones sociales. A pesar de esta doble subyugación, ellas se impusieron sobre el modelo económico que las vulnerabiliza y sobre el Estado que las subyuga. Durante toda la época de la reforma liberal, cuyo término se da con el cariato, las mujeres constituyen el pilar de la sociedad patriarcal, aún en condiciones de crisis económica, ella es reproductora de la fuerza de trabajo. Salen de sus hogares en busca de ingresos que les permitan cumplir con su rol asignado: el de madres-esposas abnegadas.  En este escenario ellas adquieren una fuerza transformadora que las ubica en la oposición, las organizaciones destruidas por el régimen son sustituidas por otras y se convierten en actoras fundamentales en el proceso de construcción de una sociedad más justa, más libre y democrática. Por ello es que la lucha de ellas va más allá del cuestionamiento de la dictadura y se plantean sus propia agenda política ante la exclusión de la que eran objetas. 

                        Su resistencia también se manifestó en la defensa de los dignidad humana de las y los privados de libertad, de las y los indigentes, organizándose para hacer frente a la subsistencia de estos sectores azotados por el hambre, la desigualdad y el desempleo.

            Las luchas de las mujeres arrojan luz a éste oscuro período de nuestra historia al ser ellas quienes generan las más numerosas jornadas de protesta y movilizan a importantes sectores de la sociedad hondureña. Ante su participación abierta el régimen expande nuevas formas de represión que va a ser dirigida a personas individuales (exilio de Graciela García y su esposo, por ejemplo) y a la masa que se manifiesta públicamente (manifestaciones del 4 de julio de 1944, desarrolladas simultáneamente en San Pedro Sula y Tegucigalpa, por ejemplo).  

            La exclusión económica de las mujeres es también un motivo que las impele a demandar equidad, lo que también irá modificando la estructura de la sociedad, pues aumenta el número de trabajadoras informales que nace de la necesidad de sobrevivencia.  

            Bajo la dictadura cariista lo colectivo fue considerado un riesgo para el orden y por ello se obstaculizó la andadura de las mujeres hacia su emancipación, la igualdad y la ciudadanía. Durante los diez y seis años de gobierno del Dr. y Gral, Tiburcio Carías  reinó la represión, la derogación de los derechos y la falta de libertad para ellas, sumado a las representaciones sociales se articulan a su modelo de mujer. La redefinición del papel de las mujeres fue una pieza clave en la maquinaria totalitaria, de ahí las reformas al sistema educativo mediante leyes nuevas, normativas y modelos. Se promovió el arquetipo de mujer sumisa y recatada que las excluía del ámbito público y las remitía al espacio privado como único espacio autorizado. Sin embargo, ninguna de estas medidas anuló su voluntad de resistencia ante las deshumanizadas medidas del régimen totalitario establecido en Honduras, y como un importante y mayoritario sector de ellas quebrantó su estabilidad, aún así,  la misoginia[i] y la tradición patriarcal las ha mantenido al margen de  nuestra historia.

Fuentes consultadas: 

1. Althusser, Louis (1989) Ideología y aparatos ideológicos del Estado (notas para una investigación), en La filosofía como arma de la revolución, 18 a. Edición, México, Siglo XXI, pp 102-151

Amaya de García, Graciela (1971), Páginas de lucha Revolucionaria En Centro América, Ediciones Linterna, México. 

2. Argueta Mario R. (2008) Tiburcio Carías. Anatomía de una época, Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras

2. Ballarín, Pilar (2001) “La Construcción de un modelo educativo” en Duby, Georges y Michelle Perrot, (compiladores) (2001) Historia de las mujeres. Madrid, España, Editorial Taurus, 5 volúmenes, Ed. Sda.

3. Beauvoir, Simone de (1999) El Segundo sexo. Buenos Aires Argentina, Editorial
Sudamericana

4. Brom, Juan. (2011)Esbozo de Historia Universal, México,Edit. Grijalbo Mondadori

5. Besandon, Ney (1988) Los derechos de la mujer. México, D. F., Editorial Fondo de Cultura Económica.

6. Carías, Marcos. (2005) De la Patria del Criollo a la Patria compartida. Una Historia de Honduras, Tegucigalpa, Honduras, Edit. Ediciones Subirana.

7. Del Cid, María Trinidad, (1944), La vida ejemplar de Doña María Guadalupe Reyes de Carías, Taller Aristón, 158 págs, Tegucigalpa, 

8. Dodd, Thomas J. (2008) Tiburcio Carías. Retrato de un líder político hondureño. Instituto Hondureño de Antropología e Historia, Tegucigalpa, Honduras. 

9. Domínguez, I, Jorge (1985). Insurrección o lealtad. La desintegración del Imperio español en América. México, D. F., Editorial Fondo de Cultura Económica.

10. Durón, Rómulo E. (1978) La Provincia de Tegucigalpa bajo el Gobierno de Mallol,   
     1817-1821. San José, Costa Rica, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA.

11. El Cronista, 24 de octubre, 1932.

12. El Sol, 11 de mayo de 1932.

13. El Trabajador hondureño, No. 7, 1 de septiembre de 1929

14. Febvre, Lucien (2000) Combates por la historia, Barcelona, España, Editorial ALTAYA

15.  Gold, Janet (2001) El retrato en el espejo. Una biografía de Clementina
Suárez. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras

16. González, José  (2005) Diccionario biográfico de historiadores hondureños. Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras

17. Inestroza, Jesús Evelio (2003) La escuela hondureña en el siglo XIX, Editorial Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, Tegucigalpa, Honduras.

18. Denise Jodelet (1989), Representaciones sociales: un dominio en expansión. PUF, París.

18. La Época, 2 de enero de 1934, 1

19. Lisón Tolosana, Carmelo, (2007) Introducción a la Antropología social y cultural, España, Editorial Akal

20. Martínez Peláez, Severo (1979) La Patria del Criollo, Costa Rica, Editorial
Universitaria Centroamericana, EDUCA, 5ª. Ed.

21. Mejía, Medardo (1969) “Un interesante estudio sobre la obra de
Clementina Suárez” en Clementina Suárez, Tegucigalpa, Honduras. Sin
Editorial.

22.  Membreño, Mario (2005) Diccionario histórico-biográfico de la Educación Hondureña. Tegucigalpa, Honduras, Edición del autor, impreso por Litografía López

23. Notas y fuentes del Instituto Nacional de Estadísticas, INE
24. Oyuela, Leticia. (1994) Historia mínima de Tegucigalpa. Historia mínima de
Tegucigalpa. Tegucigalpa, Honduras, Edit. Guaymuras.

25. Paredes, Lucas (Sin fecha de edición) Drama político de Honduras, México, Distrito Federal, Editorial Latinoamericana

26. Paz, Octavio. (1950) El Laberinto de la Soledad. México, D. F., Editorial Fondo de Cultura Económica.

27. Posas, Mario (1977) Notas sobre las sociedades artesanales y los orígenes del movimiento obrero hondureño. A propósito de la obra de Graciela A. García, Páginas de lucha revolucionaria en Centroamérica, ediciones Linterna, México, 1971, Esp editorial, Tegucigalpa, Honduras.

28. Quijada, Mónica y Jesús Bustamante (2001) “Las mujeres en Nueva España: orden establecido y márgenes de actuación” en Duby, Georges y Michelle Perrot,
(compiladores) (2001) Historia de las mujeres. Madrid, España, Editorial Taurus, 5 volúmenes, Ed. Sda.

29. Redondo Goicoechea, Alicia (2008) Mujeres y narrativa. Otra historia de la literatura. Madrid, España Editorial siglo XXI 

30. Revista del Instituto  Normal Central de Señoritas, año V, Diciembre de 1939.  No. 32, Imprenta La Razón, Tegucigalpa, Honduras. 

31. Soto, María Luisa (1992) Historia de la mujer hondureña. Editorial Instituto Hondureño de Cultura Hispánica, Tegucigalpa, Honduras.

32. Suarez, Clementina (1934) “Programa de mujer”. Mujer, Semanario
Hondureño de Avanzada Feminista. Año 1 Num. 4. Tegucigalpa, Honduras

33. Suárez, Clementina (1984) Clementina Suárez: antología poética.
Tegucigalpa, Honduras. Editorial Offset/Cultura

34. Tuñón de Lara, Manuel (1979). Metodología de la Historia social de España. Madrid, España, Editorial Siglo veintiuno de españa editores s.a. Cita a Crubellier: <> en L’histoire sociale; sources et méthodes, París,
1967

El sol, 6 de junio de 1930

“mañana domingo  a las 5 de la tarde será inaugurada el Centro de Conferencias por la Liga anti alcohólica de Mujeres Hondureñas” se lee en una nota marginal

más adelante se lee la noble tarea emprendida por la Mujer Hondureña por la moralización

El Sol, 16 de junio

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[i] La teórica feminista Marilyn Frye afirma que la misoginia es, en su raíz, falogocéntrica y homoerótica. En The Politics of Reality, Frye dice que existe un personaje misógino en la ficción de C. S. Lewis de la “Apologética cristiana”; argumenta que tal misoginia privilegia al hombre como sujeto de atención erótica. Compara los ideales de Lewis en las relaciones de género a corros de prostitución masculina, sosteniendo que comparten la calidad de hombres que buscan dominar temas vistos como menos propensos a asumir roles de sumisión por una sociedad patriarcal, pero lo hacen como una burla teatral hacia las mujeres.

A finales del siglo veinte, los teóricos de la segunda ola del feminismo afirmaban que la misoginia es al mismo tiempo la causa y el resultado de una estructura social patriarcal.

El sociólogo Michael Flood argumenta que la “misandria carece de la sistémica, transhistórica, initucionalizada, y legislada antipatía de la misoginia.”

Fuente: http://laisureste.com/uncategorized/la-teoria-feminista/ visitado en línea el 27 de febrero de 2016

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